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El resto del día pase curando de los heridos generados por la cruel y despiadada batalla. Fui felicitado por el general enemigo por el gran trabajo que había hecho siendo solo un niño, tal parece que había juzgado que simplemente me habían secuestrado, su rostro se transformó completamente en uno de asco al descubrir que también había curado a “los malos”.

Aunque comprendo porque están luchando, después de todo para el mundo siempre fuimos los malos, pero agradecería tanto que padre pudiera dejar su espada y aceptar el castigo por los numerosos pecados que ha cometido.

Pese que, para cualquier niño, los soldados se habrían convertido en demonios malvados. Yo tenía la experiencia de un ser que ha vivido mucho más de mil años, aunque ello no hace que despedirse de un ser amado sea más simple, solo hace que puedas soportarlo.

En el tiempo en el que estuve en el infierno, había experimentado todo castigo que puede ser imaginado, por lo que sabía muy bien el dolor que mi padre estaba pasando.

Toda mi familia, mis conocidos, amigos y seres queridos; habían sido sentenciados a ser colgados.

Puedo comprender fácilmente el motivo por el cual están siendo castigados, y sé bien que mi padre no tendrá piedad alguna con ellos al otro lado… Saber esto solo hace que las lágrimas que cubren mis ojos se estanquen y amontonen a montones.

No tenía idea de que los humanos podían amar con tal magnitud a la persona que los ha criado.

En mi caso, fui perdonado, pues el gobernador había considerado que un niño era demasiado inocente como para ser malvado. Aunque también ayudo de que había salvado a muchos de sus soldados… aunque ello jamás compensaría el peso de los pecados asignados al apellido que había negado que fuera eliminado.

Es por eso que ahora me encuentro sentado y custodiado, mientras observo en primera fila los ojos de mi padre rogando por que vea hacia otro lado. Pero su mirada amable no puede ocultar su falta de aire y a sus pies luchando desesperadamente por llegar a algún lado… Padre había sido ejecutado.

Después de ello fui llevado a la iglesia, en donde seria cuidado por los acólitos en un pequeño orfanato. Sinceramente estaba demasiado agotado como para alegrarme por haber sido aceptado, el mundo se sentía pesado y descolocado. Soy incapaz de comprender porque esto ha pasado.

Pero no me puedo permitir ser afectado por este mal presagio, pues ahora es momento de estar agradecido de estar arrodillado en la casa de Dios; la casa de mi padre y redentor, la persona que me ha dado una segunda oportunidad para demostrarle que incluso el diablo es capaz de cambiar.

En cuanto contemple la escultura que hacía alusión al creador supremo de la vida, no pude hacer otra cosa que caer de rodillas y rogar porque se apiade del alma con las personas que compartí mi joven vida. Después de todo, el mal camino que habían elegido fue el único camino que habían conocido.

Dios mío, Dios mío. Ten piedad del mal al que has olvidado, pues se han equivocado, te han fallado y se han descarrilado.

Ten piedad de las almas que no han encontrado una mejor manera de afrontar la vida que no fuera luchando contra un camino de sombras y espinas.

Ese día no pude dormir por la noche, el rostro del hombre que me había cuidado durante tantos años estaba acaparando cada recuerdo y pensamiento que se me haya presentado.

Esa noche lo único que pude hacer fue orarle a mi padre para que tuviera piedad por las almas de esas personas, que a pesar de que habían pecado, fue porque se habían equivocado. Pues bien, sabia él que nunca tuvieron la intensión de convertirse en seres despiadados, y que detrás del cuerpo manchado y profanado por el pecado, se encontraban una banda de personas que tenían el amor de una familia, el cariño de una familia, y la calidez de hermanos; pero que simplemente se habían equivocado y desviado.

Debería de estarme regocijando, pues estoy en la casa de padre y le he demostrado cuanto he cambiado al curar a esos lamentables humanos… pero ¿Por qué las lágrimas no dejan de brotar de mis ojos desolados?

Yo que soy un ser que ha sido torturado infinitamente ¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué siento este terrible dolor dentro de mi corazón? ¿Por qué es tan difícil aceptar que se han marchado y que serán torturados como yo en el pasado?

Sé que debería de demostrarle a Dios cuanto ha progresado mi alma, librarme del pecado que fue envidiar el poder, y mostrarme humilde en el mundo en el que he reencarnado.

Pero no puedo evitar pensar ¿Cuántas almas podré salvar del castigo eterno si uso un poco del poder que mi alma ha conservado?

Puedo salvarles la vida a miles, curar las enfermedades de todos en el mundo, hacer crecer los campos para alimentar a cada ser vivo que habita este triste mundo. Pero si hago eso, las almas nunca sabrán lo que es luchar en contra del pecado… Nunca serán tentadas u obligadas al pecado…

Serán puras y buenas como mi querido padre anhela…

Pero ¿Es eso una vida verdadera? Pues sin el dolor nunca se puede apreciar el amor, sin la tristeza no puedes rogar por la alegría… Sin el pecado no puedes ser salvado.

Padre, en verdad no entiendo el motivo por el que me has enviado. Mi mente no puede comprender el motivo por el que estoy siendo probado, si bien conoces el resultado.

Padre ¿En verdad te has cansado de observar la lucha de estas almas contra el dolor y el pecado? ¿Ya estas agotado de que la vida no haya progresado? O es simplemente que deseas mostrarte a ti mismo que cualquiera puede ser cambiado…

Padre, no sé si estoy preparado. Pero haré mi mejor esfuerzo para guiar a todas las almas que alcancen mis manos.

 

Así fue como Lucifer recordó el peso del nombre por la que su padre alguna vez lo había llamado. Lucifer, el portador de la luz.

 

Autor: Aldohnc