Partu Deorum – Capítulo 3: La Princesa del Invierno

Partu Deorum – Capítulo 3: La Princesa del Invierno

 

Partu Deorum

«El Nacimiento de los Dioses»

 

Capítulo 3: La Princesa del Invierno.

 

  La reina Anastasia II estaba descansando en su cama, no había tenido un parto difícil, pero después de todo era su primer hijo y se encontraba completamente agotada. Aunque la reina parecía tranquila estaba muy preocupada, Kara se había llevado a su hija hace más de cuatro horas y ya no podía soportar la tensión.

  Con cada minuto sentía que se iba a detener su corazón, y Jorge no estaba mucho mejor, no había dejado de dar vueltas en círculos por toda la habitación. Ambos se estaban comenzando a desesperar y exasperar, no sabían lo que había pasado con su amada hija y estaban muy preocupados.

  Anastasia estaba en su cama, acostada e impotente, nunca en su vida se había sentido tan inservible. No podía dejar de pensar en lo que había pasado ¿Por qué Kara no había regresado? ¿Qué había pasado? ¿Jessica estaba bien? ¿Y si ella no está bien? ¿Si le había pasado algo muy malo? ¿Si había sido su culpa? ¿Qué haría ella si no regresaba?…

  El torrente de preguntas solo se acumulaba sin parar, su mente no la dejaba descansar. Quería levantarse y correr, buscar a su amado ángel y salvarla del mal que la acechaba, pero su agotado cuerpo no la dejaba levantarse de esa maldita cama.

  Aquella suave y reconfortarle cama que siempre había adorado, ahora se había convertido en una celda horrenda que no hacía nada más que retenerla, sentía que estaba encadenada a ella. Siempre que ganaba la fuerza suficiente como para poder levantarse, su esposo la detenía y la calmaba con algunas palabras reconfortantes.

  Aunque él también había alcanzado el límite, miles de dudas le golpeaban sin cesar, y con la preocupación se encontraba completamente incapaz de pensar con racionalidad. No tenía idea de lo que debería de hacer, nunca en su vida se había encontrado con una situación que no pudiera resolver, pero aquí se encontraba completamente atrapado sin tener la menor idea de lo que debería de hacer.

  Ver como su esposa lloraba lágrimas de desesperación, como intenta con todas sus fuerzas levantarse de su cama, como él no puede hacer nada para calmarla, ver como poco a poco crece un vacío en su corazón y saber que estaba cayendo en la desesperación. Ya ni siquiera podía pensar con claridad, se sentía tan inútil por no poderla ayudar. Por primera vez había encontrado a un enemigo al cual no podía derrotar, el tiempo lo abrumaba de tal manera que apenas y podía respirar.

  – ¡JORGE! TE LO RUEGO, VE A BUSCARLA… te lo suplico…por favor…ve a buscarla…

  El último grito de su esposa le dio la determinación necesaria para tomar su decisión, no dejaría que el amor de su vida llorara en desesperación.

  Había dedicado toda su vida por el bien de su pueblo, trabajaba sin descanso por devolverle el favor al pueblo que lo crió, al reino que le salvó la vida, y a la mujer que le dio un motivo para continuar viviendo. ¡Les debía todo!. Y ahora por primera vez había conseguido algo para sí mismo, la primera cosa a la que podría llamar suya, el querido fruto de su amor.

  El rey abrió la puerta de un portazo y corrió lo más rápido que podía, sus piernas se sentían demasiado pesadas, sus ostentosas ropas le estorbaban, sentía que por cada minuto que pasaba ella más lo necesitaba. No estaba corriendo por su vida, por primera vez en su vida se había olvidado por completo de todo su orgullo, estaba corriendo para salvar a su hija.

  ¿A quién le importan las ostentosas ropas? ¿a quién le importa el orgullo de un rey? ¿a quién le importa el mérito o el dinero? Nada de eso importa si no podía salvarla, ella era su orgullo, ella era su mérito, ella era más valiosa que todo en este mundo, ella era el símbolo de su amor, ella era más importante que su propia vida.

  Sus pulmones quemaban, sus piernas dolían y todo su cuerpo pesaba ¡nada de eso importaba! El rey rasgó sus ropas, lanzó lejos sus prendas y arrojó todas sus joyas. La corona rodaba por el suelo y la capa quedó sucia y pisoteada.

  El legendario rey cocido como “el perfecto gobernador” había abandonado todo lo que lo caracterizaba en esa corta carrera, había dejado de ser un monarca, ahora solo era un padre asustado buscando desesperado a su adorada hija.

  A mitad del camino se encontró con Kara. ¡Ahí estaba!. Lo había conseguido, la había encontrado. Al fin pudo detenerse y respirar, al fin la pudo volver a cargar. Instintivamente revisó el estado de la pequeña, mientras que intentaba calmar su respiración y volver a entrar en razón.

  La infinita marea de preguntas llegó después, como un río desembocado fluyeron todas las preguntas que estaba reteniendo en su corazón. Kara hizo lo mejor que pudo para apaciguar el dolor de su Señor.

  – ¡¿Me estás diciendo que no sabes qué es lo que le pasa?!

  – Intenté preguntar, pero se rehusó a decirme algo. Dijo que tenía que ir a buscarlos de inmediato, y cuando intenté preguntarle algo más, simplemente me echó.

  El rostro del rey se transformó por completo, paso de la preocupación a una tremenda ira sin control. Ese rostro era simplemente aterrador, nunca en su vida lo había visto tan molesto, era como un monstruo en busca de la destrucción.

  – ¡ESE TREMENDO IDIOTA!

  La ira del rey explotó y una oleada de maldiciones se desató. Estaba molesto, naturalmente estaba muy molesto, no sabía nada y lo único que había logrado con su encuentro fue desatar muchas más dudas en su corazón.

  Fue en ese momento cuando lo recordó, su temple de gobernador, en tan solo segundos había logrado controlar su desbordante emoción. Se había desvanecido como una simple ilusión, no por nada era conocido como “el perfecto gobernador”.

  – Lamento eso Kara, no quise gritarte. Tal parece que perdí el control. Apresúrate y lleva a Jessica con Ana, tiene que estar aún más desesperada que yo.

  – A la orden mi Señor.

  – También llama a alguno de los sirvientes y dile que llame a Fergunson urgentemente, seguramente la reina requiera de su atención. Yo iré a hablar con Rodrigo y averiguar de una vez por todas lo que pasó.

  Las instrucciones fueron precisas, debía de tranquilizar a la reina y enviar a un mensajero para contactar con el médico. Su esposa estaba sufriendo y necesitaba de alguien de confianza que le ayudase a calmarla. Además, debía de escuchar el informe del doctor, nada podría tranquilizarla más que conocer estado de su bebé. También le ayudaría comenzar a comprender la situación.

  Por el poco tiempo en que tuvo a Jessica en sus brazos no fue capaz de encontrarle nada malo, pero como no era un mago, no podía saber lo que Rodrigo sí. Solo esperaba que Kara siguiera al pie de la letra sus órdenes y que logre tranquilizar a Anastasia, aunque sea un poco. Pero ya no podía perder más el tiempo divagando, debía de apresurarse, la torre de Rodrigo aún estaba lejos y nadie se calmaría hasta conocer la gravedad de la situación.

  Cuando Jorge entró en la habitación se encontró con algo que nunca se esperó, la habitación estaba hecha un completo desastre. Los libros estaban tirados por todas partes y una gruesa alfombra de papeles se extendía por todo el lugar.

  Se encontró a Rodrigo en el suelo rodeado de cientos de notas, había estado dibujando círculos mágicos sin parar en la búsqueda de la fórmula ideal. Jorge no era un mago, pero sabía lo suficiente como para reconocer la titánica labor que representaba esta simple acción.

  Estaba consciente de que su amigo necesitaba concentración, pero estaba desesperado y ya no podía darse el lujo de esperar más, debía de comprobar la gravedad de la situación. Ya había decidido ayudar a su hija sin importar el costo que eso pudiera conllevar, si tenía que masacrar a todo su pueblo, lo haría sin dudar.

  Pero cuando lo llamó, el mago no respondió, su mirada era vacía y perdida, lo único que hacía era pensar y escribir en un nuevo papel. Los libros que flotaban a su alrededor se intercambiaban por otros en la tortuosa búsqueda de la respuesta que deseaba su Señor, les arrancaba las páginas y las tiraba a su alrededor. Parecía un loco sin ninguna salvación.

  Estaba tan concentrado en su trabajo que se había aislado completamente del mundo exterior, en su mundo solo existían los números y los encantamientos, no existía un lugar para ningún estímulo exterior. Como si estuviera en un trance, no dejaba de balbucear y escribir cosas sin comprensión, en un punto incluso llegó a ser un poco aterrador.

  Sabía que su amigo no reaccionaría, tenía que acercarse y sacarlo de su trance. Conocía a la perfección ese estado de completa concentración, sería imposible hacerlo salir de ahí.

  Debía de saber lo que estaba pasando, si a su pequeña le estaba pasando algo haría todo lo posible para salvarla, ese era su deber como padre y su más grande motivación. Así que tomó convicción y camino, sin importarle los papeles que en el camino pisó, se acercó al mago, levantó su mano y con toda su fuerza le golpeó.

  No tenía caso contenerse, debía de golpearlo tan fuerte que fuera incapaz de ignorarlo, sabía que los magos se entrenaban para que nada los sacara de su estado de concentración. Sería increíblemente difícil hacerlo salir de su trance, y devolverlo al mundo exterior.

  Golpe tras golpe continúo gritando el nombre de su querido amigo, estaba asustado, cada golpe hacía salir más sangre de ese afable rostro que siempre le hacía reír. Hacía mucho que le había quebrado la nariz, pero el mago seguía sin salir de su trance de concentración.

  Sus puños estaban lastimados, estaba seguro de que había roto los huesos de sus manos, pero ya no sentía ningún tipo de dolor. Debía de despertar a su amigo del terrible vacío en el que se había aislado.

  Tomó la daga que siempre cargaba y respiro, con determinación procedió a apuñalar las piernas de su más confiable y querido servidor. La cuchilla entraba y se retorcía sin ningún tipo de piedad o perdón, la magia era maravillosa y podría reparar un pequeño rasguño como ese en menos de un segundo, ahora era más importante obtener respuestas que preocuparse por el dolor que le estaba causando, así que no dudo en hacerle la mayor cantidad de daño.

  Fue solo después de haber sido apuñalado un par de veces que despertó. Muy preocupado el mago miró a su alrededor hasta que su vista se encontró con el preocupado rostro de su gobernador. El joven mago estaba desconcertado, su amigo en verdad estaba muy preocupado.

  -Jorge ¿Qué fue lo que sucedió?

  Estaba sudado y completamente desarreglado, ese arrogante y orgulloso rey, estaba agitado y arrodillado junto a él. No comprendía la gravedad de la situación, había estado tan ocupado creando un sello para el desastre, que se había olvidado por completo del mundo exterior.

  – ¡¿Cómo puedes preguntarme eso?! ¡No tienes idea de lo preocupado que estoy!

  ¿Preocupado? ¿Porque el rey estaría tan preocupado? ¿acaso había pasado algo? Rodrigo simplemente estaba desconcertado, su mente estaba tan aturdida que lo había olvidado.

  Le tomó más tiempo del necesario recordar la situación, y cuando lo recordó, todo su cuerpo tembló. La situación era crítica, tenía que detenerlo lo más pronto posible, debía de completar el sello de contención. Por un segundo los ojos del mago volvieron a caer en el estado de concentración, pero un golpe sincronizado lo evito. 

  El temblor en el cuerpo de su amigo… no tenía idea de que era lo que podría asustarle de tal manera, sin importar a la monstruosidad a la que se enfrentará, jamás había visto algo que le aterrara ante nada.

  -Jorge, escúchame atentamente… Sé que no te va a gustar, pero debemos de sellar a Jessica cuanto antes.

  Esa no era la voz jovial de su amigo, era la poderosa y determinada voz de un general tomando una decisión. No tenía idea del motivo de su preocupación, y sin poder salir de su consternación, un papel le fue entregado y una misión se le había encomendado. Debía de apresurarse e ir con algún otro mago y con su ayuda sellar a Jessica en una habitación, conocía las consecuencias de sellar a su hija y el peligro que ello conllevaba. Pero era su mejor amigo el que se lo decía, aunque era despreocupado, él era el primero en reconocer su sabiduría en cuanto a magia se refería.

  Este no era momento de cuestionar, era momento de actuar, no había tiempo que perder; y aunque las dudas de su corazón aún no habían sido aclaradas, su determinación no podía flaquear.

  No necesitaba saber nada más, debía dejar a su amigo trabajar y su misión completar. Solo esperaba no equivocarse en nada al tomar esta decisión.

  Anastasia simplemente no sabía que decir, su esposo le había pedido sellar a su hija ¿Qué clase de broma cruel es esa?. No habían pasado juntas siquiera una hora y otra vez debía de separarse de ella. ¿Cómo podría separarse de ella?. No podía volver a dejarla sola, estaba hambrienta y asustada; era fuerte, pero acababa de nacer, no quería volver a dejarla sola. Los médicos aún no la dejaban levantar, y seguía demasiado cansada como para refutar.

  El mago no les había dado ninguna explicación, y sellar a la niña sola sin duda sería un error fatal. No le importaba lo que dijeran, pero ella no la iba a abandonar, después de lo que había pasado no la iba a volver a dejar.

  Tantas fueron las quejas de la reina que los magos tuvieron que sellarlas juntas en la habitación. Así fue como la primera noche pasó.

~Θ~

  Fuera del palacio había una gran celebración, las campanas habían anunciado la llegada de su futuro Señor. Los soldados saltaron y los habitantes bailaron, todos en el reino salieron a festejar la alegre llegada del heredero de su Señor.

  Las calles decoradas iluminaban el festival, los niños saltaban y bailaban sin cesar. En todas las casas la felicidad se desbordó, en las calles la gente caminaba con un fuerte sentimiento alegría y felicidad. En este día tan especial, se había decidido celebrar una gran festividad.

  Una gran fiesta, un alegre carnaval, iba a conmemorar la llegada de Su Majestad.

  Los cánticos y tonadas se escuchaban en cualquier lugar, en las casas los niños recibieron regalos y a todos los trabajadores se les dejó descansar, esa noche cenaron todos honrando la gran noticia que el corazón de todos llegó a calentar. El humo de las chimeneas crecía por todo el lugar, y en las calles algunos salían a bailar.

  Comidas, decoraciones y luces sin igual.

  En el centro de la plaza un gran árbol se plantó, y en él se colgaron los regalos para el futuro soñador. Adornos de colores y bellas telas decoraron su verdoso exterior, mientras que de sus ramas colgaban los regalos a la hermosa hija del gobernador.

  En los alrededores los niños jugaban sin parar, y sus padres les perseguían por detrás. La luz de los adornos nunca se extinguió y toda la noche perduró. La música, los adornos, los dulces y la deliciosa comida entre todos se repartió. Bailando juntos en celebración, por la llegada del hijo de su Señor.

  A la mañana siguiente nadie quería salir a trabajar, todos querían volver a festejar. Mientras que en las lejanías una epifanía ante todos se presentó, y su deseo se cumplió.

  – ¡ANUNCIO REAL! El día de hoy nadie tendrá que trabajar, puesto que se celebrará la llegada de Su Majestad.

  En toda iglesia y en cada esquina se podía escuchar la proclamación real, mientras la gente no paraba de saltar y bailar. El carnaval aún tenía que continuar, hoy era un día para celebrar.

~Θ~

  Dentro del palacio la agitada noche al fin se había terminado. La reina al fin se había tranquilizado, después de haber pasado la noche descansando sus nervios por fin se habían calmado.

  Mientras que fuera el rey de dedicó a presionar al mago para terminar, ya que el muy testarudo se negaba a entregar ninguna explicación hasta haber terminado con su labor.

  Esa mañana, cuando la reina y la princesa salieron de su habitación, todos en palacio estaban frente a su puerta para atender la situación. Su salida fue la señal para que todos le exigiesen a Rodrigo una detallada explicación.

  A todos en palacio se los explicó, la pequeña princesa un gran poder albergaba en su interior. Usualmente esto sería motivo de fiesta y celebración, pero no lo sería en esta ocasión. Les contó a todos lo que él vio en su minúsculo interior, un poder tan inmenso y aterrador, que incluso a él asustó.

  Les explico que estuvo buscando por horas algún límite para la magia en su interior, pero cuanto más lo buscaba más se aterraba. Un poder tan colosal necesitaba una cantidad de control similar para evitar que la magia se llegara a descontrolar.

  Con tal descomunal poder solo una cosa podían hacer, preparar un complejo sello para controlar tal poder. Si esto se llegaba a obviar, solo podía temblar ante la clase de desastre que se llegaría a desatar.

  Pero al emplear un sello en un cuerpo tan pequeño las complicaciones se podrían presentar, es más lo harían si dudar. No sería extraño que su cuerpo no se pudiera desarrollar, o que de mil enfermedades letales se pueda llegar a contagiar, después de todo en este mundo la magia era esencial. No poder usar el poder mágico sin duda su vida iba a acortar, y pronto encontraría su final.

  Rodrigo le juró al rey y a la reina que el sello no le iba a afectar, ya que dejaba pasar un porcentaje no letal que le iba a ayudar a su cuerpo desarrollar. Insistió mucho en el gran trabajo que había logrado, pero los padres recién fundados aún tenían dudas sobre el camino que deberían tomar. Confiaban en el criterio del Mago Real, pero aún temían lo que podría llegar a pasar.

  Después de largas horas de deliberación, la pareja al fin lo decidió. Le confiarían el futuro de su querido tesoro a su más dedicado servidor, aunque le habían puesto una condición. Debía de retirar el sello lo más pronto posible, no querían que el desarrollo de su tesoro se viera afectado por tal decisión.

  Así fue como de repente le habían encargado toda su educación, y aunque comprendiera la decisión, tenía demasiado trabajo como para poder cumplir con tal labor. La condición era enseñarle cuanto antes un método para poder controlar su poder, y así el sello que restringe el completo desarrollo de su capacidad se pueda liberar.

  El rey y la reina se encargarán de cuidar de la joven princesa mientras el joven mago busca a alguien que se pueda encargar de su labor. Tenía solo un par de meses para encontrar a su sucesor, incluso los reyes le ayudarían con tal titánica labor.

  Aunque para Rodrigo esto casi era una promoción, ya que al fin sería liberado de su esclavitud, aun seria el mago de la corte real, pero su trabajo de maestro tendría prioridad.

  Después de toda esta confusión el rey, al fin, permitió colocar el sello en su princesa.

  Cual bella pintura el sello se presentó, en su gran detallado se podía ver el gran esfuerzo de su creador. A pesar de su hermoso detallado, aún seguía siendo demasiado amplio, y aunque fuera más pequeño que la palma de una mano seguía cubriendo gran parte del cuerpo de la pequeña princesa.

  En su blanca espalda el sello se colocó, y la magia en el fluyó. El hermoso diseño se iluminó y en su delicada piel se pegó, un resplandor azul lo cubrió y a su espalda se adhirió. Cual tatuaje en su piel se quedó, y brillando con un hermoso resplandor se talló.

  Una fuerte briza sopló en todo el salón, y alrededor de la niña la nieve arremolinó. El brillo azul del sello en su piel a uno blanco cambio, todos en el salón estaban realmente asustados, tal cambio no presagiaba nada bueno.

  Cuando un sello cambiaba de color era la señal de que estaba a punto de salirse de control. Rodrigo estaba asustado, había creado ese sello diez veces más fuerte de lo que había estimado, y aun así estaba flaqueando. Parecía como si el poder mágico se hubiera molestado cuando intento sellarlo.

  Pero era algo completamente necesario, el poco mana que se escapó ya había comenzado a causar estragos en el lugar, el viento y la nieve del exterior no eran una mera casualidad. El poder que se fugó ya se estaba descontrolado, había usado al viento y a la nieve para proteger a su portador.

  Todos en la sala se dieron cuenta de la situación cuando la nieve se tiñó de azul y se arremolinó a su alrededor, como si fuera una muralla de hielo protegiendo a la niña del exterior, hasta que de un momento a otro el viento dejó de soplar y la muralla de nieve se dispersó a su alrededor.

  Fue cuando pudieron deslumbrar a la pequeña con la nieve a su alrededor, y en su espalda un hermoso grabado de color, como un arcoíris marcando en cada vuelta un distinto color. El círculo mágico completamente coloreado había superado toda expectativa de su creador, cada letra y cada círculo había tomado un distinto color, su espalda se había convertido en una obra de arte sin igual.

  El solsticio de invierno se había presentado como un reloj, marcando los círculos que decoraban su exterior, las constelaciones del firmamento, las nubes del sol y los colores de la creación se marcaron en medio de los giros del reloj, y la aurora le prestó su color al interior.

  El día que se había marcado en el corazón de todos en el palacio, fue grabado en la espalda de la protagonista de la nueva generación, el anuncio del cambio de estación, el fin del invierno y la llegada del sol, este fue un día de transición que incluso el destino reconoció.

  Así fue como nació. En su espalda portaba el símbolo de la evolución, y en su nombre el destino de una gran nación. Ella era observada por todo el mundo, y no esperaban nada menos que la perfección.

  Jessica Aeráki Tachýtita, la Princesa del Invierno que le traería al mundo la salvación, aquella que anunciaba la llegada de un nuevo sol.

  Así fue como en todos los libros se escribió la leyenda del ángel salvador, contado como un cuento a todos los niños de la nueva generación, para que todos ellos reconocieran la grandeza de su Señor.


Autor: Aldohnc

Editora: Rosi