Partu Deorum
«El Nacimiento de los Dioses»
Capítulo 2: La Heredera
Gitis Mageias, el país de la magia, en el inmaculadamente albino Reino de Pachni. Una multitud entusiasta se movía de un lugar a otro sin parar. Llevaban preparando el festival por casi medio año, todos estaban ansiosos por este gran evento.
La coronación de la nueva familia real trajo consigo los mayores cambios jamás vistos por el mundo. Pachni pasó de ser un reino como cualquier otro a ser uno de los reinos más influyentes a nivel mundial, ganándose así el título del “Reino de la Magia”.
El país se convirtió en el lugar donde los más influyentes y poderoso magos de todo el mundo se reunieron y formaron la sede del consejo de magia.
La explotación de los tan codiciados cristales mágicos le permitió al país surgir como una nueva potencia mundial. Pero, no todo podía ser tan bueno.
Las políticas del rey eran únicas, casi parecía que era guiado por la mano de Dios. Gracias a la presencia de los magos más poderosos del mundo y la reciente creación de la academia de magia más grande del mundo, el Reino de Pachni no solo se había vuelto poderoso, sino que era intocable por cualquier otro país del mundo.
Pachni se convirtió en la capital de la magia, miles de magos llegaban todos los días solo para aprender de los mejores en la academia.
La corona hacía un excelente trabajo manejando al país, el joven rey que en un principio parecía inexperto y poco confiable, había dejado su huella en la historia de la humanidad con tan solo veinticinco años.
Ciertamente los cambios hechos a lo largo del reinado actual se habían ganado la confianza y afecto de los residentes del reino de tal manera que los festivales en honor al rey estaban a la orden del día. El rey se había ganado la confianza de todos ellos con sus increíbles logros, y ahora no podían estar más agradecidos.
El Rey Jorge I de la noble casa Aeráki y la Reina Anastasia II de la casa Tachýtita son los causantes de haber cambiado al mundo en tan solo diez años. Cuando anunciaron la venida de su primogénito, el país entero se regocijó y todos en el mundo estaban pendientes del hijo de las leyendas de la nueva generación.
Los ciudadanos de Pachni al enterarse de esta gran noticia comenzaron los preparativos para recibir a su príncipe. Decir que en la ciudad estaban entusiasmados sería poco, ya que en cada calle y en cada casa se podía ver y sentir la emoción por la llegada de aquel que no podría ser nada menos que excepcional.
En el mes previsto para la llegada, todas las calles de Pachni se habían inundado de música, luces y bailes por doquier. En cada esquina, en cada plaza y en cada casa. Todos en el país estaban impacientes por ver aquel que sería el guía de la nueva era.
Cada familia se había preparado lo mejor que podía, cada una había comprado un regalo para el príncipe y habían guardado sus mejores ropas para el tan esperado día.
Las campanas resonaron por todo el reino anunciando la llegada de su nuevo gobernante. Era una noche magnifica, el sol acababa de caer y el frío aire del invierno había cesado dejando a la ciudad brillando bajo las etéreas luces de colores que colgaban de las casas y sobre todos los caminos, esas bellas luces de colores que hacían brillar a la delgada capa de nieve con los colores del firmamento.
Incluso el oscuro cofre celestial había sacado sus mejores prendas para presentarse ante el infante, las coloridas auroras bailaban alegres en el estrellado e imponente firmamento. Los brillantes ríos de luz vivida y danzante formaron el escenario, mientras que el cielo centelleante componía el escenario para el interminable y galante baile de las dos coloridas lunas.
Un perfecto e interminable baile de pareja.
Ella tan colorida y brillante con una falda de colores que giraba a su alrededor, vestida con un sedoso y suave vestido azul brillante.
Él bailaba galante, firme y refinado; marcando el paso y guiando a su eterna pareja. Vestido solo con un galante traje negro que solo por instantes cubría su blanco y brillante cuerpo, como si intentara ocultar su vergüenza con las oscuras telas del firmamento.
Ella era más pequeña y adorable, bailaba dibujando delicados círculos en el cielo, mientras que él era grande e imponente, y se movía firme e imperturbable por el imponente escenario sin titubear.
Fue con esta noche despejada y hermosa como el mundo se preparó para la llegada de la princesa del invierno y le daría la bienvenida a aquella que estaba destinada a cambiar la historia para siempre.
En una lujosa habitación, decorada con los mejores muebles y las más hermosas y finas telas que se pueden conseguir, se encontraba recostada y agitada la Reina Anastasia mientras era asistida por los médicos de la corte y sus más leales sirvientes. El joven príncipe estaba a punto de nacer.
Como si fuera la operación más delicada realizada jamás, los médicos lograron traer al mundo al pequeño niño sin ninguna complicación. Un perfecto y delicado parto fue el que grabó el comienzo de su historia.
En los brazos de su amorosa madre dormía segura y satisfecha, envuelta cual capullo de mariposa, una pequeñísima princesa que era sin duda era tan bella como ella.
La pequeña princesa tenía los ojos de su padre, tan azules como lagos y brillantes cual futuro resplandor, esos ojos eran los de su padre, los ojos de un gobernador. Los mismos ojos que ahora lloraban de alegría al ver vivo al fruto de su amor.
Su piel era blanca como la nieve invernal, sacra y espléndida cual cuarzo celestial. Con una suavidad y sedosidad inalcanzables por cualquier tela creada por la humanidad. En su cabeza crecía un pequeño mechón de cabello que brillaba cual plata divina, resplandecía con la suave y hermosa luz de la luna. El hermoso baile de las lunas cambiaba el color de su sacro cabello, como un espejo de plata que reflejaba la belleza de la creación.
Era la viva imagen de la belleza, tan delicada y preciosa, como un ángel o un tesoro que Dios había enviado al mundo para deslumbrarlo con un adorable resplandor. Un tesoro para presumir su bella creación, un reflejo del mundo que creó.
La reina no podía dejar de llorar, mientras que el rey sólo podía sonreírle tontamente a su amada esposa. No existen palabras para expresar la felicidad que sentían en ese momento, el silencio era suficiente para expresar lo que les gritaba su corazón. Las lágrimas no cesaban, ya no sabían qué hacer, sólo sabían que debían de llorar juntos y celebrar el gran regalo dado por Dios. Ambos habían encontrado el verdadero motivo de su creación, este era su tesoro más grande, este será el espejo que le recordará a la humanidad su verdadera misión.
Kara, la dama de compañía de la reina, como todos en la sala estaba conmovida con tal sublime escena. Pero su deber como sirvienta de la reina no le permitía disfrutar de tan encantador cuadro como le gustaría, ya que tenía que llevar de inmediato a la joven princesa con Fergunson para que evaluara su salud. Nada sería más desastroso que por un descuido la vida de tan hermosa criatura se perdiera.
Con un gran pesar en el corazón tuvo que pedirle al rey y la reina que soltaran a la niña para llevarla con el Médico Real.
Fue muy difícil para ambos reunir el valor necesario para separarse de la adorable e indefensa criatura. Pero estaban determinados, no le dejarían hasta haberle dado un nombre. El guía de la humanidad necesitaría un gran nombre, y su deber era otorgarle tal título al tesoro de Dios.
En medio de la más bella de las noches, iluminada por el brillo de la luna, una suave y gélida brisa entra por la ventana. Es invierno, el más bello y alegre de los inviernos. El hielo decora las casas e ilumina las calles, la nieve brilla con las luces y los copos bailan en el viento.
Jessica, sería su nombre.
Nacida como la previsora de la nueva era, la guía del mundo y la portadora del futuro. Jessica Aeráki Tachýtita, la Princesa del Invierno. El guía de la nueva era de la humanidad, reflejo del mundo y la creación, la gran supervisora de la humanidad. Este fue el nombre que se le dio al heredero de la voluntad del Señor.
Cuando el rey vio a su pequeña hija siendo cargada por la sirvienta lejos de su lado, lo comprendió, su corazón que había estado lleno de pesar y dolor al fin había encontrado una luz. La luz de su amor ya no estaría sola nunca más, había completado su corazón.
Ahí fue cuando el Rey Jorge I decidió que dedicaría lo que le restaba de vida a su familia, debía de crear el lugar más feliz del mundo para que algún día su amada hija pueda cumplir con su profesión. Él fundaría las bases del nuevo mundo que su amada Jessica guiará en el camino de la ascensión.
Kara cargó en sus brazos a la joven y dulce princesa, no podía creer lo suave que su cuerpo era. En su trabajo como sirvienta había tenido que cargar a los niños de sus camaradas incontables veces, pero cargar a la princesa se sentía como tener al mayor tesoro del mundo entre sus brazos. Era como si en sus brazos descansará alguien que sería inigualable, todo su cuerpo se lo decía, hasta su alma lo sentía. La niña que tenía en sus brazos algo cambiaría.
No había recorrido ni siquiera la mitad del camino cuando se topó de frente con Fergunson, quien bañado en sudor y con una gran cara de preocupación, tal parece que ni siquiera él era inmune a la preocupación. Al ver a la niña tuvo la misma reacción que tendría cualquiera que apreciara la verdadera belleza. Le pidió a Kara que lo acompañaran a sus aposentos, donde la podría atender mejor.
Fergunson llevó a cabo todo procedimiento médico conocido para evaluar a niña, incluso revisó sus viejos libros de medicina para cerciorarse de no olvidar ningún procedimiento en su evaluación. Con un delicadeza y meticulosidad impropias en él, le propicio a la joven princesa todos los medicamentos a su disposición. Era un gran médico y bajo su disposición ninguna enfermedad corrompería el cuerpo de la divina niña.
El informe de Fergunson decía que jamás había visto un caso parecido al de Jessica durante sus casi sesenta años de ejercer su profesión, la niña era físicamente perfecta en todos los aspectos. En los miles de exámenes que realizó, no podía encontrar ni una sola imperfección, pero a pesar de ello la volvía a examinar con gran obsesión.
El viejo médico estaba extasiado, Kara jamás lo había visto así, era como si acabara de descubrir una nueva motivación. Cuando el rey leyó el informe se alegró por el viejo médico, al parecer al fin había descubierto un avance para su investigación, no pudo evitar reír al leer la entusiasta carta de Fergunson. La obra de su vida al fin estaba cerca de terminar, había encontrado la luz de la esperanza.
-Ese viejo cascarrabias… ¿al fin encontraste lo que buscabas?
Kara tuvo que luchar con el doctor para que le permitiera llevarse a la niña, aún tenían que visitar a Rodrigo para su segunda evaluación, era absolutamente necesario que el mago real le dé su aprobación. En un mundo donde la magia es integra en la vida, está siempre será un peligro para la misma.
Refunfuñando, Fergunson accedió a dejar ir a la niña y continuar con su investigación. Cuanta envidia sentía de Rodrigo por poder pasar tiempo con esa belleza de la creación, no la conoció por mucho tiempo, pero definitivamente había adoptado como una parte de su corazón.
El mago real es el segundo cargo más importante en el reino de la magia y la fantasía tan solo por debajo del rey. Él es el encargado de dirigir el curso de este mundo y la magia que vive en su interior. Rodrigo dominó la magia en su juventud y fue reconocido como el genio de toda su generación. Fue solo gracias a su gran inteligencia y talento que logró convertirse en el rector de la magia y el futuro de esta gran investigación.
A sus veintidós años fue nominado para tomar el cargo de Mago Real, fue la única vez que Jorge se arrodilló, pobre de él que no sabía lo que le esperaba. Tomó su cargo justo al comienzo del reinado de Jorge I, quien con sus locas propuestas lo obligaron a cargar con la mayor responsabilidad del país. Ahora la mitad del mundo recaía en sus hombros, era una locura para un solo hombre encargarse gestionar toda la magia creada por la humanidad.
¿Por qué todo está relacionado con la magia?. Primero fue el consejo de magia, – ¿Cómo espera que cumpla con mi trabajo como su asesor si debo encargarme de dirigir el consejo? – luego fue el comercio de materiales y artefactos mágicos, – ¿Por qué no se encarga de eso el consejo de comercio? – además de que soy el encargado de la seguridad nacional… ¡AAAAAAA! ¡JURO QUE ALGÚN DÍA ME VENGARÉ JORGE!
“Como es usual, Rodrigo está cansado a esta hora” fue el pensamiento de Kara cuando escucho la cansada voz. La torre que había sido tomada como residencia del más eminente mago y gestor estaba aislada del gran palacio de su Señor. Una torre blanca y alta era el monumento a su investigación; la biblioteca donde se encontraba el saber de la magia y su creación, el lugar donde descansaba el administrador era una simple torre repleta de saber y devoción.
Kara tocó la puerta y esperó la usual recepción.
– ¡Rodrigo! ¡DEJA DE HOLGAZANEAR Y ABRE DE UNA VEZ!
– ¡El único que holgazanea en este lugar es el inútil de Jorge!
“Tan animado como siempre” El grito de Rodrigo fue seguido por un gran estruendo, el atareado mago solía dejar caer sus libros solo por diversión. Después de una espera que eterna pareció, la pesada puerta de roble se movió.
Al entrar Kara se encontró con un pasaje de fantasía como ningún otro, libros volando por doquier, papeles flotando por todas partes y circulando en perfecta sucesión. Lápices flotando, informes saliendo y entrando, mostrado la crudeza de su estresante ocupación.
– ¿Qué es lo que necesitas ahora?
Fue la tonta pregunta de un hombre qué, si no fuera por su ayuda, el trabajo le habría hecho olvidar su nombre sin siquiera chistar.
– ¡¿Acaso no vez que cargo a la princesa?!
El silencio cubrió la sala, tal parece que al fin había recordado la otra parte de su labor.
– ¡¿QUÉ?! ¡¿LA PRINCESA YA NACIÓ?!
– Si Rodrigo, la tengo justo aquí. Apúrate y examínala o el rey se enfurecerá.
El aún desconcertado Rodrigo volvió a ver a la pequeña por primera vez, al parecer había recuperado la vista después de tanta confusión.
-… ¿puedes explicarme como Jorge pudo tener una niña tan linda?. ES MÁS, ¿Cómo puede tener una esposa tan linda?
– Deja de hablar y comienza a trabajar.
– ¿Es que acaso todos me explotan aquí?
Rodrigo al fin se dignó de tomar a la princesa y cumplir con su importante responsabilidad. Cuando Rodrigo tocó a la princesa, su rostro se transformó, su jovial sonrisa desapareció y fue reemplazado por una expresión que Kara jamás pensó ver en él. Tomó a la niña en brazos y la acercó a su escritorio, de un manotazo quito todo lo que interpusiera en su función, llamó unas sábanas para amortiguar el delicado cuerpo de la niña y dio comienzo a su importante labor.
Después de eso el silencio la sala invadió.
Kara estaba preocupada ¿Qué era lo que tenía la niña para que Rodrigo se preocupara? Es el mismo Rodrigo de siempre, ese despreocupado pero confiable mago que sin importar que tan difícil sea la situación le presumía al mundo su despreocupación.
Ya no podía soportar ver al mago ahí sentado sin decir nada, estaba asustada. ¿Qué haría si la princesa muriera?. Ni siquiera quiere imaginar el rostro de su amiga al enterarse de tan trágica noticia, no podría soportar ver su dolor. Abrumada por la tensión, el miedo y la preocupación Kara se armó de valor.
Su voz era temblorosa, cada palabra era tan pesada que tenía que hacer una fuerza inhumana para poder hablar, el nudo en su garganta no la dejaba respirar, pero ella no podía parar. Por el bien de todos no debía de parar.
-Ro Rodrigo…po… por favor…dime… que pasó…
El silencio seguía en la habitación, solo podía escuchar el abrumador latido de su corazón. Lentamente se acercó y lo tocó.
-Rodrigo… ¿Qué pasa?… por favor… dime lo que pasa.
Pero sin importar cuanto lo agitara, él seguía petrificado en el lugar. Kara se comenzó a desesperar, las lágrimas se desbordaron como un río, y su corazón estaba latiendo tan fuerte que la amenazaba con congelar su cuerpo en ese lugar. ¿Por qué una niña tan joven como ella? No se merecía ese destino.
No se podía ir, tenía que escuchar lo que Rodrigo diría. Aunque su corazón esté por estallar, ella tenía que esperar.
Tres interminables horas, ese fue el tiempo que duró el reinado del silencio en aquella desolada habitación. Por primera vez Kara sintió el implacable y doloroso tiempo en su corazón, todo su cuerpo no se podía mover y cada vez que escuchaba el sonido del reloj su respiración se detenía y sentía como la vida huía de ella.
Fue solo después de tres largas horas que Rodrigo se comenzó a mover otra vez, sintió como si el tiempo se hubiera detenido cuando la volvió a ver. Estaba sudando sin parar y su cara mostraba la gran preocupación que residía en su corazón.
-…Kara…tengo miedo…
Simplemente no tenía nada que responder, su cerebro estaba trabajando tan rápido que no tenía tiempo que perder pensando en la razón. Tenía que preguntarle, todo lo demás vendría después, pero lo más importante ahora era saber lo que iba a pasar.
– ¿Ella va a estar bien?
-Si… No encontré nada malo con ella, de hecho tiene una muy buena salud.
Una pequeña carcajada se escuchó en el lugar, al parecer incluso a los niños les agrada ser halagados. Kara se apresuró en cargar a la niña, no se podía dejar de preguntar cómo había permanecido tres horas sin llorar, en verdad que era una niña ejemplar.
-Kara apresúrate y llama a Jorge y Ana por favor. Jessica es muy especial, y les tengo que explicar todo lo que puede pasar… Kara, tengo miedo de lo que esta niña pueda lograr.
– ¿Qué quieres decir?
-Kara… escúchame bien. Hoy el mundo va a cambiar… ¿todavía estás aquí? ¿Qué esperas? ¡CORRE! ¡¿APRESÚRATE Y VE A LLAMAR AL VAGO DE JORGE?!
Autor: Aldohnc