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Partu Deorum

«El Nacimiento de los Dioses»

 

Capítulo 1: Hijo del Diablo

 

  En un pequeño bar de la concurrida ciudad de Egipto se encontraba un soldado, ya viejo y golpeado por los años, disfrutando de un trago del buen licor que solo se podía encontrar en esta ciudad mercante.

  El capitán Raven llevaba ya tres días encerrado en ese bar y se rehusaba a salir, desde que regreso de su último trabajo él había cambiado mucho. Era como si una bestia le hubiera robado su vida a aquel fuerte y vigoroso hombre, que después de su viaje al desierto de Génova, se había convertido en un anciano decrépito.

  Los murmullos en el bar llegaron a los desgastados oídos del orgulloso Raven, quién, sin previo aviso ni motivo alguno, comenzó a contarle su historia al aire.

  Yo nunca debí de aceptar ese trabajo, ese maldito trabajo me costó la vida, yo volví con vida de ese lugar maldito, pero tuve que pagar el precio más alto… Lo que yo vi en esa cueva… nadie debería de verlo jamás.

  Todo comenzó en la ciudad, un tal Rob me ofreció una gran cantidad por transportar a un grupo de esclavos a sus minas en el desierto, ¡fue la decisión más estúpida que tome en toda mi vida!. El trabajo parecía fácil y la paga era muy buena, por lo que la mañana siguiente estábamos mi equipo y yo preparados para completar el trabajo cuanto antes.

  Llegamos a las puertas de la ciudad donde el cerdo ese nos estaba esperando junto a la caravana de esclavos. Rápidamente le pedí a Peter, mi mano derecha, que preparara el carro y verificara las jaulas mientras que yo hablaba con nuestro nuevo patrón.

  Ahí fue cuando me entere que el bastardo viajaría con nosotros, ya que tenía que vigilar unas cosas en su mina y otras cosas que la verdad no me podía importar menos, yo solo quería el dinero.

  Atamos el carro que llevaba la jaula a un par de caballos, y uno de mis hombres tomó las riendas, mientras que Peter y yo conducíamos el carro de nuestro jefe. El resto de mis hombres montaban en formación alrededor nuestro y salimos en dirección a ese infierno.

  Al cruzar la gran puerta de hierro que protege la ciudad de las letales criaturas que habitan en ese lugar, al fin pude comprender por qué todos le teme a ese lugar. Era de noche cuando llegamos, otros viajeros nos avisaron que la única manera de viajar por ese lugar sin morir era de noche, y por la única ruta que existía.

  Estaba desolado. No se podía ver absolutamente nada, solo arena y más arena por donde sea que se mirara; ni siquiera había restos de plantas o signos de que algo pudiera sobrevivir en ese lugar. Así fue como, con un mal presentimiento, le di la orden a mis hombres para avanzar en ese infierno.

  Para mi sorpresa el camino no era tan peligroso como creía, con el único monstruo que nos encontramos fue la soledad. Tardamos casi toda la noche en llegar al primer refugio, si es que a esa maldita cueva se le puede llamar así, aunque, siendo sinceros, el lugar tampoco estaba tan mal, al menos teníamos un lugar donde descansar hasta el anochecer.

  La cuerva era un simple agujero en el suelo rocoso, la misma piedra del camino que hemos recorrido toda la noche, les ordené a mis hombres que ingresaran a la cueva y que preparasen las tiendas para pasar el día en ese lugar. Cuando entré en el lugar, quedé impresionado, las paredes estaban cubiertas de cristales y gemas que brillaban hermosas en la oscuridad, y el aire se sentía notoriamente más frío que fuera. Era como un pequeño oasis en medio de ese desolado desierto.

  Escolté a nuestro patrón a su lujosa tienda donde estaban sus esclavas personales esperando para atender a su amo. El señor notó la falta de una de sus esclavas preferidas, una tal Yuki, y me pidió buscarla y traérsela cuanto antes. ¡Enserio! ¿Quién se creía que era? Yo no era uno de sus estúpidos sirvientes, solo era su escolta.

  Le pedí a mi fiel amigo Peter que buscase a la chica, en ese momento solo me apetecía dormir un poco. No pasaron ni diez minutos cuando Peter entro corriendo a mi tienda, al parecer la tipa estaba embarazada y se había enfermado antes de comenzar el viaje ¡joder! ¡no pude descansar ni siquiera un maldito segundo!. Seguí a Peter hasta la tienda donde se guardaban a los esclavos y ahí fue donde conocía a esa mujer, para ser sincero entiendo perfectamente por qué era de las favoritas del cerdo ese, con solo verla pude darme cuenta de que era hermosa ¡sin duda alguna era muy apetecible!

  Lástima que la chica se encontraba enferma, estaba recostada en el suelo mientras que las otras esclavas intentaban bajarle la fiebre. Como me contaron las demás esclavas, la chica estaba a punto de cumplir los nueve meses y la criatura estaba por salir. Ante las circunstancias le ordene a una de las esclavas que le informase a su amo ¡en serio! ¡la muy inútil no pensó que tenía que informarle a él primero!. Y antes de que pudiera volver a mi tienda… pasó.

  El estómago de la chica comenzó a retorcerse, le pregunte a una de las esclavas qué diablos era lo que le pasaba a aquella mujer, pero solo me respondió que era algo “normal” ¡¿en serio?!. Es verdad que como hombre no se mucho del tema del embarazo, pero definitivamente lo que le pasaba a aquella chica no era ni por asomo normal. Su estómago se retorcía como si un monstruo estuviera comiéndose las entrañas de la chica, además, ¡sus gritos de agonía no me ayudaron a considerar la posibilidad de que fuera algo normal!

  Mis dudas se aclararon el momento en que la chica comenzó a sangrar, una mujer preñada no debería de toser sangre o sangrar por los oídos. ¡La chica estaba llorado sangre!. Definitivamente que dentro de aquella chica no se encontraba un niño.

  Lo peor de todo es que las mujeres a su alrededor solo le decían que se aguantara el dolor mientras preparaban todo lo necesario para el parto, ¡es por eso qué siempre diré que son inútiles!

  No sé cómo explicar lo que me paso después, yo sabía que tenía que largarme lo más rápido que pudiera de ese lugar, pero era como si una fuerza sobrenatural nos hubiera atrapado a todos en ese lugar. Nadie podía moverse, y lo único que podíamos hacer era ver la bizarra obra que se desarrollaba en frente de nuestros ojos.

  Como si estuviera esperando el momento justo, el vientre de la joven comenzó a revolverse de una manera grotesca, como si un monstruo hubiera comenzado a devorarle las entrañas, aunque ¡estoy seguro de que estaba haciendo justamente eso!. Los gritos de la chica se convirtieron en gritos de agonía, en ese punto le rogué a Dios para que acabase pronto con el sufrimiento de esa joven.

  Tal parece que Dios nunca escucho mis suplicas, porque la tortura de aquella chica se prolongó mucho más de lo necesario. El vientre de la chica comenzó a hincharse como si fuera un globo, las negras venas se marcaron en su estómago como una red que intentaba contener lo que fuera que estuviera preso ahí dentro.

  El ombligo saltado de la chica parecía que iba a salir disparado en cualquier momento y matar a alguno de los presentes. Sin ningún tipo de aviso, del interior del estómago de la joven, una luz roja comenzó a brillar.

  Podía ver a través de la piel de la chica tan claramente como si fuera una hoja de papel, en su interior pude ver a la criatura… estaba colgada del cuello, ahorcada por las vísceras de la mujer, mientras que pequeñas llamas cubrían todo su cuerpo.

  DÍGANLE AL MUNDO QUE ESTOY LOCO ¡PERO JURO POR MI VIDA QUE LO QUE VI ERA REAL! La criatura que estaba ahí… no era ni por asomo humana, era un verdadero demonio. Me horroricé cuando distinguí en la frente del niño un par de retorcidos y puntiagudos cuernos.

  El demonio levantó sus manos, que más que manos tenia garras, y cortó la cuerda de carne que le restringía. Fue en ese momento en que el estómago de la chica estalló… En ese momento tanto yo, como todos los presentes, estábamos cubiertos de la sangre ardiente de la mujer junto a un pestilente olor que nos cubría. 

  El suelo y las paredes de la tienda estaba cubiertos de la sangre y las vísceras de la mujer, por suerte para nosotros una espesa niebla roja que cubría todo el lugar no nos dejaba ver el macabro espectáculo. Pero, para nuestra desgracia, en medio del mortal silencio de la sala se podían escuchar los gritos de la chica, quién no sé qué clase mal había hecho en la vida como para merecer tal destino, y a su vez, el sonido de dientes desgarrando y masticando carne…

  Cuando la espesa niebla roja se comenzaba a asentar, los gritos agónicos también dejaron de sonar… frente a nosotros estaba la peor escena que un hombre pueda imaginar, ni siquiera yo, que he servido en el ejército por años, he visto algo tan brutal y bizarro como lo que vi en esa tienda… y esa imagen me perseguirá por siempre hasta el último de mis días.

  El demonio, que ya se había comido la mitad del cuerpo de su madre, se había cansado de comer y comenzó a llorar ¡era un llanto sacado del mismísimo infierno! Llamadme cobarde, pero estoy seguro de que cualquiera de ustedes también habría ensuciado sus pantalones en esa situación.

  Los pocos minutos que había pasado ahí, fueron como décadas para mí ¡tan solo mirad mis arrugas y mi canoso cabello! Estoy seguro que ese demonio tubo que robarse parte de mi vida en ese lugar.

  Pero en ese momento nada de lo que pasaba me importaba ¡yo solo quería salir de ese maldito lugar! Los segundos fueron interminables antes de que mi entrenado cuerpo fuera capaz de liberarse de su terror y moverse por cuenta propia.

  Intente salir de la tienda, pero todos en el lugar me miraban a mí y a mi espada, con un solo vistazo a sus ojos pude saber que era lo que estaban esperando… con una dificultad como ninguna otra sentí en mi vida, me acerque al demonio, y desenfundando mi espada le corte la cabeza.

  En ese momento ni siquiera pude sentirme aliviado ¡yo solo quería largarme de ahí y no volver jamás! Todos los que estábamos en la tienda salimos como pudimos, pude ver el vacío en los ojos de todos en ese lugar, un vacío que ni en las peores guerras me llegué a encontrar.

  Cuando salí de la tienda me encontré a algunos vomitando todo lo que estaba en sus estómagos mientras que otros simplemente se habían desmayado en el lugar. Cuando intente irme de ese lugar maldito para volver a mi tienda… ese infernal llanto comenzó otra vez.

  Todos estábamos paralizados otra vez, los esclavos huyeron lo más rápido que pudieron y me dejaron solo en ese lugar, sin más ideas en mi atontada cabeza tomé una antorcha que estaba cerca y se la arrojé a la tienda.

  Espere a que los llantos pararan para poder irme, no pensaba esperar en ese lugar sabiendo que ese demonio aún seguía con vida… para mi desgracia eso nunca paso, la tienda se había reducido a cenizas junto a todo lo que estaba ahí dentro, por excepción de ese demonio.

  Mi mente solo pudo pensar en una cosa, tomé una de las telas que habían preparado para el parto, que por alguna razón, los esclavos habían sacado de la tienda junto a sus aterrados cuerpos. Tomé la tela, y todo el valor que me quedaba, até a ese monstruo y con el mayor de los cuidados logré sacarlo de la tienda.

  El sol del desierto era implacable, podía sentir como mis ropas estaban comenzando a arder. Para mi suerte aún no era completamente de día, aún tenía unos minutos antes de que el cruel desierto despertara. Había pasado tan rápido que me gustaría creer que todo había sido un horrible sueño.

  Avance despacio, pero firme, hasta la orilla del camino, y con todas mis fuerzas arroje al demonio a las arenas del desierto, donde fue recibido al instante por las fauces de alguno de los tantos monstruos que habitan esas arenas.

  Con un poco de paz pude volver al campamento y en pocos días completamos el trabajo.

  Señores, digan lo que quieran de mí, pero les aseguro que ninguno de ustedes quiere ver a ese monstruo… mi único sueño en la vida es jamás tener que volver a ver a ese Demonio.

  La historia del viejo capitán Raven fue contada por los hombres como una vieja leyenda, de bar en bar se fue esparciendo, hasta que todos en la ciudad de Egipto conocieron la historia del nacimiento del hijo del Diablo.


Autor: Aldohnc

Editora: Rosi