Hola! se que es un poco tarde para publicar, pero tuve ciertos problemas que resolver, Antes que nada ¡Gracias a todos por seguir esta novela! este es el ultimo capitulo que sigue al volumen, despues de este vienen un par de especiales, aunque el siguiente volumen de esta novela se va a retrasar un par de meses por ligeras complicaciones. aun asi todavia quedan 3 capitulos mas despues de este, pero como dije, no son la continuacion de la historia principal.
Cap 37 A fuego lento.
Cientos de soldados corrían de un lado a otro, con cajas o en algunos casos con pequeñas carretas. Armaduras, flechas, provisiones entre otras cosas era lo que cargaban con suma prontitud, alentados por los gritos de sus sargentos u oficiales a cargo.
Esta es la ciudad de Gabran en los países del sur y una de las pocas ciudades con acceso al mar. El motivo por el cual se estaban apurando en llenar los suministros es para cargar los barcos, la ayuda inmediata se dirigiría en barco desde Gabran hasta el puerto de Eldar y finalmente recorrerían el último tramo a pie hasta la ciudad de Feuden.
La orden de caballeros Coral estaba a su máxima capacidad con la soga al cuello por la inminente invasión de monstruos.
La noticia había llegado hace solo unos días, pero el hecho de que Gegis Mundos, la sociedad de la Diosa Terea quien gobierna sobre la muerte fue participe del desastre en Irisad, se confirmó poco después al encontrar el sacrificio de sus fieles como agradecimiento a la diosa Terea en un castillo dentro de las tierras de Reinharth.
Una unidad de elite especializada en misiones de infiltración y asesinato había descubierto los restos de esta sociedad que se creía extinta hace años, cazados uno a uno por los antiguos descendientes de los héroes pasados. Ahora había revivido y lograron confirmar que llevaban varios años trabajando en los portales de invocación ocultos por todo Irisad.
La escala era tan inmensa que no podían negar que la parte más podrida de la nobleza seguramente cooperó con ellos… por un precio.
Sir Geos de Tártaros, el Líder de los Caballeros Coral fue quien personalmente asumió la responsabilidad de no llegar a tiempo para detenerlos, poniendo ahora mismo el envío de tropas y suministros como principal prioridad ya que no se sabe cuánto tiempo podría llegar a durar los portales de Irisad o cuantos monstruos llegarían a las murallas de la ciudad.
Por otra parte, no pueden permitir la caída de Elder ya que cortaría su línea de suministros y por ello defenderla de los Reinhartianos, que en su ignorancia o idiotez tratan de tomarla, es un problema más a contemplar.
En el puerto doce de los primeros veintidós barcos que saldrán con destino a Eldar están listos y cargados con los suministros, los restantes llevarían a las tropas y posteriormente los caballos y repuestos, sin mencionar que todo lo necesario para producir flechas y reparar armas en otro lugar.
Si de algo se podía jactar orgullosamente la orden de Caballeros Coral es que podrían hacer cualquier cosa en cualquier lugar y llevarían lo necesario para cumplirlo. Esa era la magnanimidad de su eficiencia.
Normalmente un viaje a Eldar desde tierra tomaría casi tres meses y eso siendo optimistas en cuanto a las condiciones de camino, todo un desafío seria pasar por el Valle de las púas donde los Wiverns inundan los cielos dejando caer sus espinas sobre las victimas que desean comer, solo sería una invitación al almuerzo pasar con un ejército.
La ruta optima es por mar, aunque los monstruos marinos son varias veces más grandes que los de tierra, estos, rara vez atacan a los barcos si no es que transportan algo que les parezca apetitoso.
Lo que tomaría tres meses por tierra solo serían tres semanas y media por mar, con los magos de viento podrían viajar realmente rápido por las corrientes marinas.
-Capitán, el último cargamento está preparado, los barcos para llevar a los hombres estarán completamente listos para partir cuando la comida sea almacenada en los almacenes.-
-Excelente… ¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar?-
-Calculamos que ahorramos dos horas cargando con las carretas que construimos a priori.-
-Muy bien, quiero el informe tan pronto estemos listos para partir. El primer grupo se estacionará en Eldar y se asegurará de mantener la ciudad en pie, esperamos un asedio, pero no sabemos qué tan largo, aunque estamos seguro que la ruta por mar es completamente segura.-
-Entendido señor… ¿cargamos flechas extra?-
-No… esas serán llevadas a Feuden, servirá de primera línea de defensa. Posteriormente al desembarco haremos que construyan un campamento de refugiados fuera de la ciudad, lo suficientemente lejos como para que no se vean afectados por la llegada de nuevos refugiados.-
-N-no lo entiendo Señor… ¿no será peligroso para los ciudadanos estar fuera de las murallas?-
-Lo será, pero sería peor que por los refugiados la ciudad sufra de sabotaje, si ya no ha pasado.-
-Tiene razón… deberíamos apurarnos aún más…-
-¡Capitán!-
-Tome aire soldado ¿Qué ocurre?-
-Sí, Su Majestad la Reina lo llama.-
-¿Qué? ¿Por qué?-
-No lo sé señor, solo me entrego esta carta y me dijo que se lo espera en sus aposentos.-
-Entendido, buen trabajo soldado.-
-¡Si señor!-
¿Una carta de Su Majestad? Es demasiado extraño como para ser mera casualidad, lo mejor será leerla de camino. Eso pensó mientras comenzaba a caminar apretando el paso y abría la carta para escrutarla.
“Geos… mi capitán, quizás pase mucho tiempo hasta la próxima vez que nos veamos. Sé que nuestro amor no está bien y si el Rey se enterara, nuestras cabezas volarían de nuestros cuerpos. Pero no puedo negarme a lo que siento, no puedo olvidar el corto tiempo que pasamos juntos… Quiero verte una vez más antes de que te vayas, quiero verte una vez más en caso de que algo te suceda y ya sea tarde para decirte mis intenciones. Geos, si aceptas verme, te espero en mis aposentos.”
Su rostro se ruborizaba ligeramente, la respiración pesada empañaba las ventanas del interior de su habitación, la joven y hermosa dama observaba el mar mecerse mientras aguardaba. Sus ojos estaban cristalinos y su corazón palpitaba poco a poco más rápido, el nerviosismo se apelmazaba en ella, gritando por salir, desesperada por una gota de aprobación en su vida carente de emoción.
Su melancolía era tanta que el increíble espacio de la habitación decorada en sedas y terciopelo que destellaban en los matices de los mejores y más lujosos muebles con adornos en joyas o metales preciosos, le parecía solo un lugar vacío.
-Mi señora ¿Desea un poco más de té? ¿quizás unos bocadillos?- preguntó la sirvienta desde su lugar habitual al lado de la puerta.
-No… a decir verdad… un momento ¿Aún nos quedan de esos chocolates?-
-¿Los que trajo Sir Geos? Creo que aún tenemos algunos. Los traeré de inmediato.-
-Gracias Artea…-
Mirando alrededor la mujer contemplaba el interior de sus aposentos, las lujosas alfombras de los países más lejanos, sus diseños exóticos solo eran algo exquisito. Los asientos y sofás de los mejores carpinteros y tapiceros que existían dentro del reino, todo el lujo delante de sí, la hacía recordar que no era más que un canario en una jaula de oro… solo un “trofeo” de su esposo el Rey.
-Mi Señora aquí tengo los bocadillos, el té estará en unos momentos.-
-Esplendido, sobre el recado que te di…-
-¿Qué? ¡Oh claro! Entregué la nota a uno de los soldados y le dije que era de suma importancia que llegara hasta el capitán Geos, así que supongo que…-
De pronto la puerta fue golpeada amablemente.
-Soy el Capitán Geos, Su Majestad me pidió venir.- se escuchó del otro lado.
-Fufufufu… lo ve mi Señora, le dije que el vendría.- rio pícaramente la sirvienta.
-Oh… huh… ¿Me veo bien? ¿mi cabello está bien?-
-Fufufufu… la Señora se ve como una niña cuando llega el capitán. No se preocupe mi Señora, usted se ve radiante.-
-Excelente… bien ¡A-adelante!- vociferó con un ligero tartamudeo.
A su lado la sirvienta Artea solo se reía en silencio observando esa actitud de niña con su primer amor, contemplando al mismo tiempo el lado tierno de su Señora.
-Buenos días Su Majestad…- dijo mirando a la sirvienta de reojo. -¿P-por qué motivo me pidió venir?- preguntó de forma ocasional.
-Oh mi apuesto caballero, no debes fingir ante Artea, ella sabe lo nuestro y está de acuerdo con ello.-
-E- ¿Es asi? Ufff… menos mal, ahora si ¿Cómo estas mi amor?- ahora relajado preguntó mientras se acercaba a abrazar a la Reina.
-Fufufufu, los dejaré solos.- añadió Artea antes de retirarse de la habitación.
-Querido… Has estado varios días ocupado con las tropas y los suministros, me siento dejada de lado.-
-Lo siento, pero es una emergencia, no solo este reino, todo el mundo está en peligro si permitimos que los demonios expandan su dominio.-
-¿Qué haré si te pierdo? No puedo estar un día más sin ti.-
-Oh mi hermosa, hermosa Liades… te amo tanto que mataría a mil dragones para ver tu sonrisa y otros mil más solo para hacerte feliz.-
-¡Mi caballero!-
La pareja de tortolitos se tomaba su tiempo en los aposentos de la Reina, el joven capitán Geos partiría pronto.
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Los barcos se mecían sobre el agua mientras avanzaban, los magos de viento hacían su mejor esfuerzo para que la velocidad no disminuyera mucho, aunque esto provocaba que los navíos se sacudieran con mayor violencia y muchos soldados se enfermaron. Había vomito por todas partes, los caballos no vomitaban gracias a un diafragma ligeramente más alto, solo quedaban dos o tres días máximo para llegar a las costas de Eldar, los primeros 20 navíos llegarían a tiempo como para preparar lo necesario para su viaje hacia Feuden.
En el cielo las nubes grises formaban parte del paisaje, durante las casi tres semanas de viaje la lluvia los acompañó la mayor parte del tramo, fuertes inclemencias que no dejaban lugar a un poco de paz. Solo los últimos tres o cuatro días el clima amaino y pudieron descansar ligeramente, mucho ayudó que no tengan nada más para vomitar en el estómago.
El capitán Geos observaba desde la popa del barco el horizonte tras de sí, admirando los navíos viajar sobre el mar al mismo tiempo que añoraba volver con su amada Liades… la esposa del Rey.
-Capitán… ¿le sucede algo?-
-Claro que no soldado, solo contemplo la maravillosa vista que tenemos.-
-Con todo respeto señor… somos cerdos de tierra… si usted comprende.-
-¡Jajaja! Claro que lo hago, me sorprende que todavía conserven sus intestinos dentro de ustedes, jamás vi vomitar tanto a un grupo de soldados.-
-¿La costumbre de que la tierra no se mueva tal vez? Vengo a dar el informe rutinario.-
-Adelante soldado.-
-Sí señor. Las reservas de alimento están bien, siempre que tardemos menos de una semana más en llegar a Eldar no deberíamos tener problemas, en tal caso tenemos algunos pertrechos para la pesca. Lo siguiente son los soldados, muchos se sienten muy enfermos, tal vez deberíamos darle un día o dos de descanso al llegar para que sus condiciones sean optimas.-
-Igualmente van a descansar… debemos preparar todo para la incursión, sin mencionar que nos dividiremos lo cual lo hará más complicado.-
-Respecto a eso… ¿Qué grupo se quedará en Eldar?-
-Unos cincuenta arqueros y treinta infantes.-
-Entonces la caballería y el resto de tropas viajara a Feuden.-
-Esa es la idea, fortificarla para que pocos puedan aniquilar a muchos.-
-Lo tengo señor. Bien ese es todo el informe.-
-Buen trabajo soldado.-
-¡Tierra a la vista!-
-¿Qué?-
Ante ellos la siniestra imagen del fuego rugiendo vorazmente, al parecer los contratiempos se llevan bien con los viajes rápidos.