Cap 35 El otro lado del problema.
El camino entre Feuden y la ahora extinta capital real Irisad se convirtió en un camino de sangre, la cantidad de aldeas y poblados que fueron atacados solo la mañana siguiente al incidente es inmensa, oleadas de monstruos azotaron una y otra vez estos lugares con poca o ninguna protección y estos solo podían observar impotentes como les llegaba la soga que ataría sus cuellos.
Los guardias de Feuden recibieron órdenes de evacuar a todos los aldeanos de las cercanías, los grandes muros de la ciudad podrían defenderlos por un tiempo, pero si la realidad era tal como lo comentaban los pocos sobrevivientes del holocausto, una horda de cientos de miles de monstruos no sería un sueño terrorífico, sino una posible realidad del día de mañana.
Personas con graves heridas tanto de procedencia física como mágica llegan día a día de los distintos pueblos y aldeas entre Feuden e Irisad. Algunos llegan por temor y son precavidos al peligro inminente que representa los movimientos coordinados que ahora estos monstruos tienen, habitualmente una turba de monstruos no es más que eso y carecen de toda estrategia, solo un grupo de aventureros bien entrenados o soldados de Elite podrían acabar con ellos con una relativa facilidad, pero ahora que los Reyes infernales habían regresado a la vida, estos monstruos se comportaban siguiendo un estricto orden jerárquico, eran casi como ejércitos del averno creados para sesgar toda la vida sobre la faz de la tierra.
En el castillo, el Lord Criss Feuden se encontraba atribulado por el planeamiento de la defensa en conjunto. El condado de Eldar, la ciudad de Feuden y los Caballeros de la Unión Coral de las naciones del sur formaron una triple alianza con el fin de eliminar la amenaza que les apunta directo al cuello en tal desesperada situación. Aunque aún con prisa, mover una gran cantidad de gente, armas y suministros toma demasiado tiempo y eso era de lo que carecían.
Estos condados que ahora eran pseudo naciones independientes ya que la capital se había perdido, apenas daba capacidad para reestructurar el movimiento del ejército de cada uno. Aun así entendieron el beneficio de actuar en conjunto, varias unidades de soldados recientemente creadas empezaron una formación forzada, aumentando sus fuerzas a partir de la eliminación de los demonios más débiles como Goblins o Lobos. De esta forma conseguirían la experiencia necesaria para participar en las posteriores operaciones conjuntas.
En la mitad del camino entre Feuden e Irisad, se encontraba Eodon, el primer pueblo de gran tamaño y cerca de este, estaba la patrulla número 163 compuesta por puros novatos y su instructor en su primera ronda de seguridad tras su alistamiento en el castillo.
-Bien chicos… sé que tal vez estén ansiosos o un poco asustados y está bien, tener miedo los mantendrá con vida. Huir está bien en ocasiones, pero el pánico no es bueno ¿entienden?-
-¡Sí señor!- respondieron en conjunto.
Se trataba de un pequeño escuadrón patrulla compuesto por dos escuderos, tres espadachines, una arquera y dos magas (Una de fuego y una de viento). El instructor, un soldado con un registro de más de una década, década y media aproximadamente y algunas misiones exitosas en la exterminación de monstruos, los guiaba a través de los ahora infestados caminos que conectan la gran ciudad con Eodon.
Ahora no solo debían cuidar a los ciudadanos que huían de la capital y aldeas cercanas de los bandidos, secuestradores y violadores, sino que también de las avanzadas menores de monstruos.
Rili, la arquera del grupo, observa los alrededores con gran cuidado, al pertenecer a la raza de los felinos ella posee una gran visión y un agudo sentido del oído.
Los escuderos están a cada lado para proteger la formación y los espadachines en el frente cubriendo a las magas. Rili era la única que tenía una gran libertad en el grupo ya que si le parecía que algo se movía podía ir a comprobarlo, sin alejarse demasiado del grupo de exploración.
-¡Alto!-
-¡¿Rili?! ¡¿Qué pasa?!- preguntó el instructor mientras todos desenvainaban sus armas en el instante en que dejaron de caminar.
-Escucho voces… ¿Niños? Es… ¡Por ahí! ¡Vamos!-
Indicando hacia un conjunto de matorrales Rili indico que podría haber la presencia de niños, tal vez algunos que estaban evacuando de las aldeas y por un ataque, deshidratación o inanición no pueden llegar y muchas veces terminan convirtiéndose en composta para árboles o comida para monstruos.
Luego de unos minutos de avanzar con cautela encuentran a dos niños, una pareja de hermano y hermana bearkin aparentemente heridos y totalmente desgastados, el chico es el que más lastimaduras tiene y aunque esta inconsciente su vida no corre un riesgo real. La niña si bien tiene unos cuantos moratones esta consiente, totalmente agotada y manchada con sangre y barro pero consiente.
-P-por favor… A-Ayudennos, los Orcos… los orcos están aquí.-
-¡¿Orcos?!- respondió una de las magas.
Los orcos son famosos por violar tanto a hombres como mujeres solo por placer, son una especie que viven meramente por su lujuria que pocas veces conoce limite. En parte su biología permite que estos puedan embarazar a las mujeres humanas y las de la mayoría de otras especies, al igual que los goblins, ya que este es uno de los mecanismos que posee su raza para autopreservarse, lo que no le quita el terror que provoca a una mujer el hecho de que alguna manada de unos pocos o una horda completa de orcos esté cerca. Seria golpeada y violada mientras da a luz una y otra vez hasta romperse y morir eventualmente para convertirse en alimento.
Aún luego de morir… Solo sería el combustible para que estos monstruos cacen más mujeres.
Ahora que estaban en alerta, el grupo se dispuso a ayudar a los pequeños, uno de los espadachines tomo al chico que estaba inconsciente mientras Rili llevo a la niña con las magas para que le den agua y un poco de comida, lo principal es retirarse e informar de la presencia de los orcos así un grupo de exterminación podrá ser despachado de inmediato.
-¡¡¡GUUUAAAAA!!!-
-¡Bygi Bygi!-
Se oyó el chillido muy atípico de los goblins, probablemente estaban esperando para emboscarlos antes de que lograran escapar.
-Mierda… uno, dos… tres orcos.-
-¡¿Qué hacemos instructor?!-
-Solo podemos abrirnos paso y escapar.- respondió calmadamente, resultado de sus arduos años de experiencia.
Los escuderos se posicionaron en retaguardia en esta ocasión y las chicas magas los respaldaban atacando desde detrás con hechizos incendiarios o lanzas perforantes que surgían desde el suelo.
Detrás de las chicas magas, el instructor y los espadachines limpiaban la ruta de escape de la manada de goblins que los emboscó y rodeo rápidamente, su organización estaba a un nivel totalmente diferente al habitual que estos torpes monstruos poseían. Era algo nunca antes visto, una organización rápida y certera que ubicaba a los goblins armados con garrotes y viejas espadas en el frente y a los arqueros y pedreros por detrás cubriéndolos desde terreno ligeramente más alto y en los flancos.
-Ustedes tres, encárguense de los bastardos del frente, Rili toma a los arqueros, iré a por los pedreros.-
El instructor repartió las tareas rápidamente, el tiempo era fundamental, después de todo había tres enormes orcos con hachas tras ellos y los escuderos inexperimentados no podrían aguantarlos por mucho tiempo, al igual que las magas pronto se quedarían sin mana.
A partir de espadazos, puñetazos y patadas se abrieron paso a pura fuerza de voluntad y de la pura violencia con la desesperación que la situación significaba si fallaban en escapar.
Aun con la buena formación de la que disponían, los goblins solo eran goblins y fueron sesgados con relativa rapidez, por lo que el grupo alcanzo la carretera relativamente rápido, los pedreros aunque atacaban con simples rocas, con la fuerza de estos monstruos un impacto podría romper los huesos.
-¡GUHAAA!- grito uno de los espadachines.
Una flecha envenenada le alcanzo en la espalda penetrando profundamente, las flechas goblin por si solas no son peligrosas y suelen ser de punta de piedra o raramente de metal, pero las toxinas con las que las recubren son de plantas extremadamente venenosas que actúan en cuestión de minutos.
-Cher… ¡Demonios alcanzaron a Cher!- gritó uno de los espadachines.
El instructor lo tomó del hombro junto a uno de los espadachines y continuaron avanzando, ya sea por pereza o por la gloria de algún dios, los dejaron escapara premeditadamente. Lo que indica que no eran simples monstruos a la deriva, si lo fueran los perseguirían sin más.
Una vez de vuelta en la muralla de Feuden los guardias asistieron al grupo de novatos que se vieron en un gran problema.
Poco después de su llegada un grupo médico de magos sacros los alcanzo en la residencia de guardias y junto con ellos el capitán de los soldados de Feuden, Rommel.
En la sala principal Rili, la única que no sufrió heridas considerables se estaba reuniendo con el Capitán Rommel para informar de los acontecimientos en el camino entre Feuden y Eodon.
-¿Qué fue exactamente lo que sucedió?-
-Capitán, solo íbamos en la ronda habitual, el mismo camino de todos los días que usan las patrullas regulares. Esta vez encontramos al par de niños que trajimos con nosotros, pero la diferencia radicó en el comportamiento de los monstruos, ellos… nos emboscaron. Un grupo de goblins en formación y con arqueros cubriendo la retirada y algunos orcos al frente, solo pudimos tomar a los niños y abrirnos paso a la fuerza.-
-Entiendo, entonces ¿los goblins estaban en formación?-
-Así es, los orcos se encargaban de los que tenían armadura pesada y de las magas, el resto debía defenderse de los goblins y abrir paso para escapar, en el peor de los casos, podría volver a suceder.-
El Capitán Rommel había comprendido la irregularidad de la situación y por lo tanto pensó que la idea más segura era crear un grupo de exterminación, solo que esa sería la idea más lógica y si los goblins estaban en formación y cooperando con los orcos que tienen una inteligencia superior y por lo tanto los desprecian, entonces había un problema mayor. La ruta estaba siendo vigilada conscientemente.
Si no enviaba el grupo de exterminación, los carruajes que evacuasen estarían en peligro y si envía una expedición los soldados morirían casi con seguridad, la encrucijada de este asunto era demasiado para tratar de resolver en solo un instante, sentarse en una mesa con una taza de té ayudaba a calmar la mente y los nervios.
-Esto está mal… esto está muy mal.- se decía a sí mismo.
-¿C-Capitán?-
-Durante la madrugada recibimos varios informes desde los observadores en la frontera, Soldados vienen desde Reinharth con dirección a Eldar, tenemos los monstruos al frente y dentro de nada a los Reinhartianos desde atrás.-
-¿P-porque me dice esto?-
-¡¿Por qué crees?! Debemos informar a Eldar y tomar una decisión, si defender este punto o retirarnos hacia Eldar y fortificar las defensas, aunque eso significaría abandonar toda esta zona incluyendo las aldeas que se nieguen a moverse…-
-¡No podemos hacer eso! ¿Q-qué sucederá con la gente? ¡Ellos cuentan con que los salvemos!-
-No hay mucho que podamos hacer, por favor, entiende…-
-N-No puedo… simplemente no puedo, Yo vengo de una aldea cerca de Eodon… Mis amigos, los pocos que tenía en ese lugar…-
-Si no se retiran hacia Eldar o hacia este castillo es difícil que salgan con vida.-
-¡Tengo que ir a buscarlos.-
-Ese es el plan, iras con un pequeño escuadrón, solo veinte personas, no podemos permitirnos más, deben convencer a todos los que puedan de retroceder hasta aquí o Eldar que sería la mejor de las opciones. Encargare a un par de mensajeros para que comiencen un viaje a Eldar cambiando caballos, si viajan día y noche pueden tardar 3 días como máximo.-
-L-Lo tengo.-
-Excelente, Rili. Te Promuevo a sargento, dirígete a la guarnición y lleva esta carta al intendente, él te dará el equipamiento, posterior a eso ve a las barracas y elige a veinte para que se preparen de inmediato.-
-¡A la orden Capitán!- respondió Rili retirándose de inmediato y a paso raudo.
Después de salir del lugar Rili cerró la puerta fuertemente dejando al pensativo Capitán Rommel tras su escritorio. Recostando su espalda sobre el respaldo de la silla observo el techo y suspiro, tantos acontecimientos en un instante parecía solo una mala broma de los dioses, en su mente se preguntaba por qué permitían esto.
Suspiro una segunda vez y se levantó de su silla golpeando el escritorio, aprontando con suma fuerza tanto sus dientes como sus manos, se reprochaba la impotencia que le daba el no adelantarse a lo sucedido y lamentando que no pudiera salvar a tantos como quería.