Punto de vista de Hel
Continuando mi camino, llegue a la puerta, justo antes de atravesar la burbuja, allí los soldados que no tenían grandes capacidades de natación esperaban a los magos en las mantas para poder llegar a la superficie.
Los demás ya estaban en una larga hilera nadando por sí mismos.
Los contemplé por un momento y tras un suspiro di el paso.
Mi cuerpo cambio para adaptarse al agua y tras esto, marche hacia la orilla.
Seguí nadando y perdido en mis pensamientos, la escena de esa anciana me perseguía, su sonrisa final…
Aunque sé que solo me estoy comiendo la cabeza, pero… no puedo evitarlo, su mirada dolía, sus lágrimas, sé que ella no vera un mañana si su hija muere y como ella, muchas familias.
Ese es el precio de la guerra, que trae honor y gloria al precio de la muerte y el desamparo.
Siguiendo a los soldados llegue al puente y allí me esperaban Lilith y los demás.
Sin hacer ningún gesto, ellos me abrieron camino y comenzaron a seguirme, en este momento llamábamos mucho la atención, los rumores sobre nosotros se comenzaron a esparcir, no solo sobre mi “ascenso” a consejero, si no, también nuestras capacidades.
Los soldados nos miraban y susurraban, incluso algunos gritaban, pero y qué más da.
La batalla iba a empezar, y que si aprovechan este tiempo pensando en nosotros y no en su inminente muerte.
Sea como sea, la cuenta atrás ya estaba corriendo y el tiempo llegara a todos sin excepción.
Cuando llegamos a la cima pudimos ver a los capitanes y oficiales de mayor y menor rango posicionando a sus respectivos grupos.
La formación fue una típica sin ninguna complicación, arqueros en primera línea para tener el mejor alcance para la primera salva, toda la línea de melé se encontraba detrás, teniendo cierta intercalación entre armas de asta y las de combate cercano, para que la caballería o unidades de gran tamaño no puedan romper las formaciones sin ningún esfuerzo, detrás de estos los magos y las líneas de suministro, también se volvería la posición predilecta de nuestros arqueros cuando el combate se acerque a la primera línea.
De esta manera los suministros de munición siempre estarán disponibles.
También hay que entender que usaremos la situación para forzarles a atacarnos, aunque no tenemos artillería, nuestros números son suficientemente menores como para que no piensen mucho en la situación y sabiendo como se mueven los gremios de jugadores, buscaran el mayor espectáculo, un grupo de monos con metralletas, si fuesen nativos o incluso, dependiendo de que inmortal, usarían tácticas más complejas, o no caerían tan fácilmente en una batalla la cual obviamente tiene un factor tan extraño.
Simplemente daré gracias a su estupidez.
En el centro de nuestras formaciones pude ver una torre, parecida a una atalaya pequeña, esta estaba con un espacio libre en la cima y un ligero techo.
Desde allí podré aprovechar al máximo la altura sin mostrarles mis alas, me gustaría que esta capacidad este por ahora en ese ligero anonimato, el cual ya saben bastantes personas de la ciudad, pero bueno, que se le va a hacer.
Mientras el enemigo no lo sepa, aun será posible sorprenderlos si es necesario.
- Extenderos – A mi orden, comenzaron a formar en línea, siendo la torre y mi persona el centro, extendiéndose hacia los costados, cada uno a varios metros de distancia.
A mi derecha fueron: Lilith, Gea, Pelé, Gal y Caronte.
Mientras que a mi izquierda: Irina, Velona, Saun y Baltasar. Este último tenía como orden ir a la ciudad y activar el teletransporte a mi señal, solo si la situación se descontrola mucho.
Subí a la torre y me quedé contemplando el inmenso bosque.
La hermosa hierba verde y el olor salado del mar, un paisaje tan idílico se tornará una pesadilla en poco, una pena.
El jaleo del ejercito ya estaba comenzando a detenerse, los últimos soldados ya estaban subiendo la pendiente y con ellos, Gwent, Leva y Luneth para mi sorpresa.
Leva no tenía nada especial, parece que siempre había llevado su armadura de general en casi todo momento, pero la diferencia estética fue enorme para las chicas.
Gwent, al igual que Leva, portaba un tridente, aunque en su caso más estilizado y ligero.
Su armadura azul turquesa daba un toque hermoso con sus escamas doradas, esta armadura era ligera, con zonas abiertas para facilitar el movimiento de las extremidades.
Parece que se centra en la destreza, en cambio Luneth era diferente.
Una armadura y tocado plateado con los típicos toques turquesas del mineral sirenoide, a diferencia de Gwent, ella no usaba un tridente, si no, un arco.
Uno largo, por lo que parece tanto ella como sus sacerdotisas eran arqueras diestras.
Aunque no me la imaginaba peleando, el aire que da con el arco en mano es muy diferente al habitual ella.
Los tres se posicionaron delante de la torre, desde allí me dieron varias miradas y asentí.
La hora había llegado.
Gwent levanto su tridente y golpeo el suelo un par de veces.
Ambos toques fueron flojos debido a la humedad del suelo y a la hierba, pero aun así, sin siquiera mirarla, Leva levanto el suyo e hizo lo mismo.
Este fue seguido por el repiqueteo de las armas y escudos de todo el ejército.
El inaudible golpe se volvió una tormenta furiosa que solapo al ruidoso oleaje.
Este acto se repitió un par de veces, todos mirando al bosque, como un ritual para llamar a las bestias y ellas acudieron.
Desde el fondo del bosque, golpes de tambores se comenzaron a escuchar, cada vez, más y más fuertes, entonces una esfera de cristal se alzó alta en el cielo.
Ya era la hora.
Esa esfera era un artilugio de la tienda que tiene la capacidad de transmitir todo lo ocurrido al mundo real y solaparlo a la diferencia de tiempo, todo esto en directo.
Tras la esfera, cientos de cuerpo comenzaron a salir del bosque y nuestros golpes terminaron, no porque no quisieran golpear más, si no, por el terror.
Los cientos en nada fueron miles y de esos miles se formó algo más de una docena.
Habían más de dos mil soldados extra a nuestra predicción.
Nuestro ejército no era más que una hormiga intentando detener una ola.
Sonreí para adentro y negué con la cabeza.
Solo espero resistir el tiempo suficiente.
Como si mis subordinados pudieran leer mis pensamientos, ellos me miraron y podía ver resignación, ellos querían que no lo hiciese, pero ya he hecho una promesa, hoy se luchara hasta el final.
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Autor~ Verith
Editor~ Max d. Wargen