En otro tejado de un edificio lejos del parque donde se libró una batalla, una persona se encontraba ahí con ambos brazos posados sobre el barandal que se encontraba a la orilla.
- ¡Vaya~! Esa fue una buena primera batalla, esa niña no lo hace mal.
Su bella voz femenina y madura se escuchó, tenía un extraño tono alegre mezclado con sorpresa mientras miraba el parque a lo lejos. Su bata blanco puro se mecía por el viento dejando ver su silueta, una figura femenina curvilínea.
- Aunque… no me esperaba que tú mismo vinieras a observar.
Sin dejar de recargarse en el barandal, volteó la cabeza ligeramente hacia atrás, viendo con sus bellos ojos azules como el cielo, a la persona detrás suyo.
- Jeje… así es como recibes a un viejo amigo.
- Cuando la persona en cuestión es alguien como tú, no hay una forma específica y correcta de recibirte, Tsukuyomi-kun.
La persona de pie detrás suyo era un hombre delgado y con una tan piel blanca que incluso brillaba, cabellos que resplandecían como la más pura plata que llegaba hasta la parte baja de su espalda mientras se mecía levemente por el viento. Traía puesto una fina camisa abotonada blanca de mangas largas, con un chaleco abotonado delgado por con estilo de color negro encima, y un par de pantalones elegantes igual de blanco puro con unos zapatos sin agujeta negros, su rostro de rasgos finos pero masculinos no podía ser llamado de otro modo más que apuesto, con unos bellos rubís en sus ojos y una sonrisa cautivadora.
El nombre por el cual fue llamado no fue ninguna broma, es el mismo Dios sintoísta de la luna, Tsukuyomi no mikoto.
- Aunque la forma en la que me recibas no importa, cuando se trata de usted cualquier forma de recibimiento es merecedora de gratitud.
- ¿Oh? ¿Eso es así?
El Dios de la luna, Tsukuyomi, se dirigía de manera muy respetuosa a la mujer que todavía estaba de espaldas, la cual seguía hablando con un tono frívolo. Al tal intercambio el solo sonrió gentilmente a la persona que no ha visto en varios años.
- Pues claro, después de todo se trata de usted, Hikari-san ¿o tal vez deba llamarla Koizumi Akiko-sensei ahora?
Al escuchar ser llamada por su antiguo y actual nombre, la mujer dejó el barandal y volteó a ver su viejo amigo. Su bata blanca levantada levemente por el viento dejaba ver su traje ligero de oficina color purpura y su falda negra seguido de sus medias negras, sus cabellos rojizos como las fresas se mecían junto a la brisa que rosaba su rostro.
Era la maestra de la escuela de Makoto y Ryoko, Koizumi Akiko.
Sin embargo, su verdadera identidad en realidad era, la Luz, aquella que perdió su fuerza en su batalla contra la Oscuridad hacía varios años.
- Hace unos cuantos años que ya no soy merecedora de llamarme la Luz, ahora solo soy una profesora de química normal de una secundaria normal.
- ¿Pero por qué Akiko? Hikari parece mucho más adecuado para ti.
- Dirás mucho más obvio…
En su intercambio pequeñas risas salieron de ambos y continuaron hablando, y Akiko tenía algunas cosas que hablar con Tsukuyomi.
- Es raro verte fuera de tu palacio en el Takamagahara ¿tu hermana no se molestará si te muestras a plena luz del día?
- No te preocupes, tampoco es que vaya a provocar un eclipse.
Ambos tenían sonrisas en su rostro y hablaban. Tsukuyomi se acercó al barandal al lado de Akiko y puso su mirada al frente en dirección al parque sin dejar de sonreír.
- Esa niña ciertamente está llena de sorpresas ¿no?
- Si, así es, me sorprendí al saber que una de mis alumnas heredó mi poder, conociéndola supe que sería interesante ver su crecimiento.
- Ya lo creo.
Ambos pensaban en la chica que ahora poseía el poder de la Luz, Kobayashi Makoto, durante eso Akiko recordó algo y volteó a ver a Tsukuyomi.
- Por cierto, debería agradecerte por lo que hiciste hace unos días.
- ¿Oh? Eso no es necesario.
- ¿Qué dices? Si no fuera por ti esa chica no tendría el nivel que tiene ahora.
A lo que Akiko se refiería es a lo sucedido la noche del templo donde Diamond apareció por primera vez. Durante esa batalla, ella logró escuchar una voz en su cabeza, la voz de Tsukuyomi, pero ella no lo sabía. Ella fue bañada en ese momento con el poder de Tsukuyomi lo que le permitió liberar más poder y crear el Silver flash.
- Me sobreestimas, lo único que hice fue abrir la puerta de su límite en ese momento, de por sí, el que ella ya posea tanto poder ahora es su mérito propio.
- La puerta de su límite ¿eh?…
- Si, y parece que hoy abrió la siguiente, asombroso…
Ambos seguían con sonrisas en sus rostros mientras seguían viendo al frente.
Las puertas del límite, así es como llaman al potencial de crecer de cada ser en este mundo. Cada puerta representa el límite de potencial de cada uno y si abres una puerta, nuevo potencial despierta hasta toparse con otra puerta cerrada. Para abrir estas puertas se requiere de mucho entrenamiento y dedicación, y no solo abarca lo mágico, también aptitudes comunes como son la fuerza física, resistencia, los sentidos, inteligencia e incluso habilidades específicas. Pero incluso si abres estas puertas todavía debes recorrer el camino hasta la siguiente y con cada puerta abierta es más difícil abrir la siguiente.
Lo que Tsukuyomi dice, es que esa noche el uso su poder para abrir la puerta del límite que Diamond tenía cerrada frente a ella en ese momento, pero fue su propia fuerza la que le permitió aprovechar esa oportunidad. Y en la batalla de hoy, por si sola logró abrir otra puerta de limite, aumentando así su poder, algo que ni siquiera Sapphire llegó a notar.
- Bueno, supongo que eso está bien, solo deseo que tenga cuidado.
- Parece que ese chico enmascarado y sus camaradas la están cuidando, probablemente la llevará por el buen camino en el uso de la magia.
- Si… es verdad, con ese chico cerca no debería haber problema.
Recordando al encapuchado Sapphire, y su verdadera identidad, dejaron el crecimiento de Makoto a su cargo. Con el tema terminado, Tsukuyomi dejó el barandal y comenzó a caminar en dirección contraria a ella.
- ¿Ya te vas?
- Sí, mi hermana se enojará si me quedo mucho tiempo bajo su sol.
- En verdad, ustedes no tienen remedio.
Akiko subió sus hombros y manos mientras agitaba la cabeza de un lado a otro. Al verla Tsukuyomi dejó salir una pequeña risa y su cuerpo empezó a brillar en una luz blanca.
- Vendré la próxima vez que ella tenga una batalla.
- ¿Así? ¿Por qué tanto interés?
- Quiero ver de qué esta echa la guerrera que fue escogida por ti.
Con esas últimas palabras Tsukuyomi desapareció en un pequeño flash de luz. Akiko se quedó curiosa por el significado de sus palabras y sentía que había algo más detrás de ellas, pero simplemente lo dejo ser, los dioses siempre son quisquillosos y Tsukuyomi no era la opción.
Volviendo a mirar al frente en dirección al parque, dejando que el viento mueva su cabello rojizo mientras lo acomodaba con su mano, Akiko pensaba en la chica que ahora se ha convertido en la primera Guerrera de la luz y el camino que le depara por delante.
- Tu futuro es muy incierto Kobayashi Makoto…sin embargo, estoy segura de que lograrás superarlo, y obtener tu verdadero despertar.
Con esas últimas palabras, Akiko dejó el barandal y se dirigió a las escaleras.
Varios ojos están ahora sobre Kobayashi Makoto, incluidos aquellos que siguen en las sombras, observando sin revelarse, pero es cuestión de tiempo antes de que Makoto las descubra y los encuentre.