La Sonrisa de Lázaro Capítulo 47: Caminar es una bendición

La Sonrisa de Lázaro Capítulo 47: Caminar es una bendición

Punto de vista de Hel

Ante todos los presentes en el banquete, el soldado hecho literal puré, fue expuesto, era una visión pérfida y una declaración.

Ya estamos aquí.

Ante la aterrorizada mirada de los presentes, varios hombres y mujeres, con máscaras llorosas, comenzaron a caminar sin detenerse.

Marcus se levantó de su asiento y sus hombres restantes sacaron sus espadas, como si se le hubiese encendido una bombilla, apunto su arma a mí.

– Tu maldito súbdito, ¿qué significa esto, deseas morir? – En ese momento pude escuchar un sonoro «estúpido».
Leva insulto a Marcus y se reía, el conocía el precio por ofenderme, el precio de ser altivo y más cuando las máscaras lloran.

Ante la declaración de Marcus, sus soldados apuntaron sus armas hacia mí, parecía que quería usarme de rehén, pero eso no duro mucho.

El incito una colmena ya enfurecida.

Ante la estupefacta mirada de todos, ellos habían desaparecido, mis compañeros se habían evaporado, pero eso era lo que ellos habían visto, lo que yo vi era algo completamente diferente.

Con un único sprint se colocaron detrás de los soldados y solo tras un segundo, notaron la nueva situación.

– Señor Hel, por favor, calme a los suyos, lo mismo para usted señor Marcus – La voz resonante de Gwent interrumpió el entretenimiento.

Así que decidí dar una orden poco clara.

– Decidme, que es lo que ocurre, mientras, no se os permite matarlos – Quien iba a pensar que me escucharían al pie de la letra.

Con un rápido movimiento, un grupo de chorros de sangre a pares, salió disparado de cada soldado.

Les habían arrancado las alas.

Sus gritos fueron aterradores.

Marcus mientras estaba absorto, no dijo nada ni creo que pudiera, tenía miedo y odio, pero sobre todo, el miedo lo inundaba, temblaba y cierto olor rancio no escapo de nuestras narices.

Tanto Gwent, como los demás presentes tenían una tez cenicienta, realmente aterrados.

El único que reía a gusto a costa de una mala mirada de su esposa era Leva, quien iba a decir que era de los que se reían de los males que el mismo había sufrido.

Tras ese acto, volví a notar las cadenas, mi fuerza volvía a estar suprimida por la maldición, el estado de frenesís se terminó.

Las lágrimas sangrientas cesaron y con ello la aterradora aura que exudaban mis compañeros.

Quien hablo primero fue Saun.

– Mi señor, tengo algo que reportar – Di un asentimiento.

– Mientras estaba en el bosque encontré algo extraño, lo primero es una fuerte ausencia de bestias, la cual es realmente extraña pero no preocupante, podría ser que un fuerte depredador estuviera de paso y por eso huyeron… –
– Solo por la ausencia de bestias has matado y herido a mis hombres, maldita escoria – Marcus parecía enloquecido, no sabía cómo o porque, pero había superado su miedo y comenzó a insultar.
Entonces fue el momento de algo extraño.

Gea golpeo la cara de Marcus, un único puñetazo que dejo una fuerte fractura en el pico y los quejidos del monarca.
Gea era la menos agresiva de todos y solo mataba cuando consideraba necesario, mientras sería realmente amable con todos, que ella fuese quien golpease a Marcus significa que ha hecho algo que realmente la ha enfurecido.
Al ver a Marcus gritando de dolor, Saun prosiguió con su reporte.

– Debido a la ausencia de bestias, comencé a adentrarme un poco en el bosque, entonces el sonido de árboles cayendo me llamo la atención, así que seguí el ruido en sigilo – Para las sorpresa de todos, Marcus mando a callar a Saun, pero en este momento no fue Gea quien lo detuvo, fue el General Bull, camino sin importarle nadie e impunemente golpeo la cabeza de Marcus contra la mesa, parecía que ya que la situación era precaria con este aliado, decidió no importarle los resultados de sus acciones.

Gwent que estaba al lado estaba sorprendida, pero parecía entender algo.

– Saun, ¿qué fue lo que encontraste? – No podía esperar por saber, estaba intrigado, además de que para que Marcus se atreva a hablar tanto, tiene que haber hecho algo, si no, los míos, en frenesís no atacarían arbitrariamente a los hombres de Marcus y también entendería el odio de Gea hacia este.

– Esclavos, ellos eran usados para retirar los árboles y dejar lo que parecía una zona de aterrizaje para unas mantas blancas, en ella se bajaban más esclavos y soldados de diversas razas, entre ellas los que las conducían eran los soldados de este ser – Con gritos sofocados, Marcus aseguraba que eran mentiras y calumnias.

Pero para los presentes, era claro, para que mentir, Saun no tenía nada que ganar, como mucho una excusa para matarlos, pero, en sus corazones, nosotros éramos monstruos desalmados con un poder enorme, que razón tendríamos para buscar escusas, si podríamos matarlos bastante impunemente.

Los presentes quedaron estupefactos, estaba claro cuál era la situación, traición.

– Señor Hel, cuan alta es la veracidad de estas palabras – Gwent temblaba de ira y era entendible.

Yo sonreí, aunque esto estaba oculto.

Sin pensarlo, hable alto y fuerte.

– Creo en el tanto como para confiarle mi vida – Mis palabras fueron resonantes y Saun se arrodillo, mientras Gwent suspiro.

– Mis generales, confiáis en sus palabras – Los tres generales callaron por unos segundos y fue el general Bull quien hablo primero.

– Yo confío, ellos son amigos de los Bull y les confiaremos nuestras vidas en batalla – Sus palabras fueron realmente potentes, como si fuese una mecha encendida, tras él, tanto Olivia como el cangrejo asintieron.

Entre risas Leva alzo la voz.

– Normalmente me desagrada, pero no creo que mienta, confiare mi espalda, espero que me la cubras o mi esposa no te dejara vivir tranquilo – Entre risas y con la mirada enfurecida de Lidya, su afirmación rompió un poco de tensión.

– Yo también confío – Sin la necesidad de ser llamada, Luneth también hablo en alto

Gwent solo podía sonreír, parecía que esperaba este resultado.

– Bien, desde ahora esta reina declara rotos todos los tratados con este despreciable ser, nuestras naciones entraran en guerra inmediata – Su voz tenía una majestuosidad propia y natural.

Los presentes, a excepción de la facción de Marcus y la mía, dieron una reverencia.

Yo di un asentimiento a los míos y cada soldado fue atravesado por una cadena, muriendo en el acto. Con ello sus gritos se detuvieron.

Ante la vista de sus hombres muertos, Marcus se levantó en valor.

– Malditas escorias, entenderéis lo que es el sufrimiento cuando nuestras fuerzas conjuntas tomen esta ciudad, no dudare en matar a todos los hombres y niños, después disfrutare de vosotras, de cada pedazo de vuestra piel, de vuestro sabor, repoblare la ciudad con vuestra ayuda y esto sucederá hasta el fin de vuestros días – La cara de Marcus se estaba distorsionando, sus plumas comenzaron a caerse, dejando postulas y plumas sueltas, parecía haber envejecido en segundos.

Había cambiado de raza.

Ante las palabras de Marcus, las caras de todos los presentes cambio, pero sus palabras eran dichas observando únicamente a tres mujeres, Gwent, Lidya y Luneth.

No había duda en sus palabras, ese maldito.

Con un salto me coloque en su espalda, destrozando mi silla.

– Sera mejor que te marches esperpento, pero no esperes un camino suave, tendrás que nadar y no esperes nada de vuelo, caminar ya es una bendición que te otorgo – Con mis palabras dichas, Lilith y Gea, se colocaron a cada lado de Marcus.

Con un fuerte tirón ambas alas fueron arrancadas, mientras que yo atravesé los brazos con mis cadenas, los tenía inutilizados.

Por alguna razón, ahora tenía un sentimiento de liberación.