La Sonrisa de Lázaro Capítulo 32: Chillido en el salón del trono

La Sonrisa de Lázaro Capítulo 32: Chillido en el salón del trono

Cruzamos el portón del castillo y la visión de las paredes me hizo crispar el cuero cabelludo, por la franja donde desciende la malla de metal, se podía ver algo que no era mármol o azurita, tras verlo estoy 100% seguro que este castillo será el dolor de todo asaltante, oculta entre las capas interior y exterior de mármol y azurita, se podía ver ligeramente y seguramente solo en esa franja, una roca negra con unas motas de un rojo muy apagado.
Eso no proviene del mar, si mis recuerdos de los foros son correctos, es roca abisal volcánica, esta roca viene del interior de LAZ, especulaciones en su mayoría, esta podría venir del mismo Tilum.
Lo especial de esta roca es lo extremadamente duradera que es, densa, con un punto de ruptura casi nulo y lo peor, también tiene cierta cantidad de elasticidad, por si le faltaba algo, es un excelente aislante, así que romperlo usando métodos de fundición o por variabilidad de temperatura también es una ilusión.
En otras palabras, es la puñetera roca más jodida de romper, sobre todo con ataques de artillería.
Así que si alguien se encierra aquí y puede hacer una barricada en la puerta, es casi imposible acceder.
Dejando el muro escondido, el interior era agradable, no como un palacio, pero aun siendo más que suficientemente hermoso para un castillo, hay que diferenciarlos encarecidamente, uno tiene una función defensiva puramente, mientras que el otro es un símbolo de la realeza, aun siendo algo defensivo pero no está centrado en ello.
Continuamos siguiendo al mayordomo, pasando por varios pasillos, dejándonos en una gran habitación, esta constaba de varias sillas alrededor de una larga mesa rectangular, en ella había varias frutas junto con vasos.
Toda la habitación estaba bien amueblada, con otras pequeñas mesas y algunos juegos, como el ajedrez o las damas.
Dentro de la habitación también había un grupo de sirenoides de ambos géneros con jarras en las manos, preparados para servirnos si fuese necesario.
Todos tenían una cara sonriente y tranquila, parecían experimentados en este tipo de situaciones y servicio.
Debido a que no teníamos nada que hacer, nos sentamos.
Yo me entretenía jugando al ajedrez con Irina, la cual me gano en un par de ocasiones, mientras que los demás estaban haciendo un concurso de pulsos con los Bulls, bueno todos a excepción de Baltasar, el cual había tomado el control momentáneo de la formación para que solo necesitásemos entrar en la colocación adecuada para acceder a su poder y escapar.
Él tiene mejor compresión de la magia espacial, de esta manera la puede mantener en letargo, mientras los demás podemos entretenernos y movernos, para nuestra comodidad y sobre todo, para no hacer a nadie sospechar demasiado.
Aunque se nos ofreció en varias ocasiones no comimos nada ni bebimos, Gong creía que era porque no nos fiábamos, pero le dijimos que era algo personal, algo debido a nuestra raza y razón de llevar la máscara, técnicamente no habíamos mentido, pero no quería alterar las cosas debido a esa pasiva.
Esta espera duro durante unas dos horas aproximadamente, solo entonces un grupo de unos 4 guardias toco a la puerta y se dispuso a acompañarnos.
Por alguna razón en este trayecto, desde la superficie hasta ahora, nos habían rodeado de guardias, no me lo tome necesariamente ofensivo, con todo lo que puede haber fuera, no lo veía muy excesivo, en el gremio al cual pertenecía, se le hacía desnudar a los invitados y después de confirmar que no tuvieran ningún tipo de arma, se les ofrecía el acceso, incluso entonces, las facciones como los wargos, los cuales poseían buenos instintos de caza y rastreo estaban siempre alrededor por si algo pasaba.
Una reunión solía tardar varios días en preparativos, excesivo pero eficaz.
Tras unos minutos caminando, nos encontramos delante de una gran puerta doble, se escuchaba el murmullo de las voces a través de esta.
La puerta fue forjada en varios metales los cuales no podía reconocer, pero si reconocía los dibujos inundados de mana, los cuales también ocupaban las murallas, esta era la sala del trono y estaba reciamente defendida.
5 guardias sirenoides, con armaduras completas y tridentes, todo de buena calidad, nos saludaron, luego el líder de estos, reconocible porque en sus hombros había una decoración adicional a la armadura, la cual es una franja de escamas blancas como una espina dorsal que se alzaba ligeramente, golpeo la puerta.
Con un fuerte crujido las pesadas puertas comenzaron a abrirse, iluminando aún más el pasillo y ofreciéndonos una magnifica mirada del interior.
Una sala blanca como el cuarzo, alargada, siendo los extremos más alejados la puerta y su opositor el trono.
La zona central, hasta casi llegar al trono era un pequeño estanque donde varios peces nadaban placidos y ajenos a los visitantes, en los costados había mesas con frutas varias, sin ninguna silla.
Junto a las mesas varias docenas de seres, desde sirenoides a muchas otras razas, entre ellos reconocí a un trio de Bulls, uno de ellos incluso más alto que el mastodóntico Gong.
Todos los presentes tenían solo un par de coincidencias, todos vestían armaduras o ropajes decentes, de buena calidad y que nos miraron con curiosidad.
El trono también del mismo material que casi la mayoría de la sala, no era especialmente extravagante, detallado con algunos relieves pero sin bagatelas insignificantes y ostentosas.
En él una joven sirenoide de pelo dorado, todas sus escamas eran de un dorado oscuro, dando un fuerte contraste con el fondo blanco, portando ropas de seda azul claro y debajo de estas una armadura de metal, parecida a una malla, pero con ciertas partes unidas a placas del mismo metal.
A su izquierda un sirenoide bastante recio, grande pero no tanto comparado con un Bull, sus escamas de un rojo con matices rosados, una barba espartana y una mirada penetrante. Portaba una armadura pesada de placas, también era el único con casco en la sala, su tridente también era grande y podía decir que bastante más pesado que los usados por los guardias normales.
Obviamente la sirenoide en el trono era la pequeña emperatriz y si tengo entendido bien o lo juzgo bien, ese tiene que ser su general más leal, aunque como en el caso de ella, no tengo idea del nombre.
Comenzamos a cruzar la sala, debo decir que al final no estaba tan nervioso, aunque también es parte a que tenía la atención dividida en la extasiante magia del espacio, así que no me daba cuenta de cada detalle en la sala, la sensación del espacio te embriagaba sin poder soltarte de ella.
Solo fue cuando llegamos a la mitad del salón que un chillido femenino de pánico resonó en la sala, despertándome por completo y casi activando la formación de teletransporte.