El camino fuera de los dominios de Suse hacia el objetivo de mi próxima incursión es cuando menos, excitante. Justo en las cercanías de la base fundamental del Borner se arrejuntan los dioses más selectos. Alzando sus dominios, omnipotentes, verdaderos maestros, compararlos a la insignificante agrupación de Armodis sería como intentar medir cien millas con un pulgar. Apenas he logrado aceptar cuatro encargos de ellos a lo largo de, no sé ¿tres…cuatro eones? Viniendo de un inmortal puede sonar un poco hipócrita, pero eso es realmente un largo, muy largo tiempo. Eso sin contar que cada viaje fue lo suficientemente jugoso como parte tomarme unas buenas vacaciones ayudando a Suse ¿Cómo será esta ocasión?
Llegando a las bases del Borner se ve a lo lejos un pequeño dominio. Para ser precisos, es más bien el lugar donde se interceptan todos los dominios creados cerca de ese lugar, es una ingeniosa idea si lo pones de esta manera. Aunque un dominio no soporta dos divinidades, incluso un mazo de papeles puede parar una espada.
Un paso dentro de una capa tan gruesa y vi claramente aparecer tres deslumbrantes mazas amorfas de luz. Desde la izquierda añil, esmerada, escarlata. La del centro, más grande que el resto habló acercándose.
‒Se le permite la visita a la anomalía.
‒Sin objeciones‒Asintieron los otros.
En un lugar como este ni siquiera soy un dios. No es que se mencione mucho de todas maneras, “anomalía” es lo mejor que puedo sacarles a los comentarios de estas personas. Llevo tanto tiempo sin escucharlo en boca de otra persona que si no fuese yo mismo una deidad hace tiempo que lo habría olvidado.
La membrana se desgasto hasta conseguir el fino comparativo de una telaraña y la atravesé con facilidad. Pronto se apodero de mi vista el cambio de entorno y apareció alrededor una tribuna cilíndrica conmigo en el centro. En el asiento más alto esmeralda sonreía y me miraba, a mis espaldas añil y escarlata permanecían con serias expresiones. Las luces empezaron a llenar los asientos de la tribuna y como si de un juzgado se tratara algunos asientos en mi espalda se llenaron también, Suse por supuesto se encontraba entre ellos.
‒Doy paso a la sesión informativa‒Al decir eso el silencio reinó‒Es conocimiento general la inestabilidad actual del Borner, la nova está cerca y las réplicas que la acompañan hace algún tiempo causan estragos en los estratos superiores. Cabe destacar que no se ha de temer, Novas hemos recibido y aun así la realidad no se tambalea. Pero también destacaremos lo poco conveniente que es para nosotros estos sucesos. La próxima ya esta tan cerca que más que inminente ya es inevitable. E en ese detalle la principal causa de su llamada, entiendes anomalía.
‒Ósea, alguno de ustedes está cerca del epicentro y teme que sus leyes se descontrolen por lo que salieron en busca de un pincel más fino, en este caso yo.
‒Tal cual. Pero no del todo, en este caso tres de nosotros es parte del problema. Lo que nos lleva a convertir esto en algo más que una simple contrata.
‒ ¿Es eso así? ‒Me gusta la dirección que está tomando esto, apenas pude contener encenderme de la emoción.
‒ ¡Unas Subasta! ‒ Dijo luego de sonreír.
¿Qué oyen mis oídos? Tres de los grandes pelean por mí y me están ofreciendo Ambrosia como para no volver a trabajar en la vida, no, en la eternidad. Incluso empezaron a ofrecer núcleos, que tan locos pueden estar estos tres. Tras unos minutos de detalles mi mente rondaba en blanco entre oferta y oferta. Sin previo aviso sentí el silencio reinar y supuse que el evento había acabado. Miré hacia arriba y el silencio se sostuvo unos segundos ¿Que había pasado? Contemplé mis alrededores y todos mantenían sus expresiones lo más neutras posible, dirigí mis ojos en alguna dirección y entonces la vi. Una luz plateada que duplicaba en tamaño a esmeralda parecía levantar la mano doblando la oferta.
‒Los derechos quedan vendidos. La efectuación del pago será comprobada por mí como testigo luego del cumplimiento, se solicita que la Anomalía abandone inmediatamente el salón‒Argumento esmeralda antes de abandonar la tribuna.
‒Sin objeciones‒Dijo el resto y siguieron tras de él. Todo fue muy extraño, todos se alejaron asustados y abandonaron la sala un pie por delante del otro. ¿Quién demonios era?
Mi comprador indiferente a esta reacción por otra parte, parecía persona de pocas palabras, me señalo con una mano el camino que seguiríamos y me limité a seguirlo. Debo decir que no esperaba que una cuarta persona seria la que ganara, menos aún que sería alguien que no conociera. He estado poco tiempo en la base, pero todavía conocía a cada dios en las cercanías de la base fundamental o eso creía, aunque también creía que esmeralda era la deidad más grande que había visto. La ignorancia es una virtud que solo se les permite a los tontos, había un dicho que decía así, o eso creo.
Caminamos durante un tiempo y tras unos cuantos desvíos divise a lo lejos un pequeño dominio, apenas y abarcaba el espacio de un universo. Dude un poco de mis ojos cuando nos detuvimos frente a él y señaló que habíamos llegado. A punto de entrar en él me detuvo y por primera vez me dirigió la palabra.
‒Finalmente podemos hablar tranquilos, Ardius‒Me sorprendí un poco al escucharlo, la falta de costumbre hiso que me tambaleara.
‒Me dejas en desventaja. Sabes cómo me llamo, pero yo no conozco tu nombre‒Sé que dije que no tengo nombre y ciertamente es verdad pero a Suse parecía incomodarle llamarme por “oye” o “tu” así que me puso ese nombre.
‒Eso ha sido poco cortés de mi parte. Si de nombre si trata el asunto, nombre mío tendrás, mas, al lugar que te diriges me conocen por muchos y no sabría cual darte. Cuando llegues allí, escucha algunos, elige el que más te guste y llámame así.
‒Si eso es lo que mi jefe desea entonces no me opondré‒ “Otro como el resto”, pensé.
‒Por favor detente. No estoy frente a ti en aras de supremacía o magnanimidad. Sin una igualdad derecha en los caminos que pienso trazar no puedo dejar de creer que la línea saldrá torcida.
‒Veo que las palabras bonitas están dentro de tus virtudes.
‒En todo caso, me resulta imposible poder decir algo o dar detalles de tu trabajo.
‒Una cruzada sin pistas, no te preocupes, no será la primera vez.
‒Recomiendo una veta de precaución, porque este caso es diferente.
‒En que es diferente, solo dime lo que quieres, yo lo haré por ti‒Definitivamente este dios no se cansa de hablar, y eso que hace unos momentos le llamé callado.
‒Me temo que no puedo. Si te digo lo que no sabes que es lo que yo sé y más nadie podrá decirte, entonces ya no lo sabré.
‒Ahora es cuando me dices que solo yo podré averiguarlo a llegar allí y tal. No es tan sorprendente‒Me estoy cansando un poco de este espectáculo callejero de este idiota. Me suelta unas palabras más y me lanzo de cabeza contra el dominio.
‒Espera, algo si he de decir, mas no es lo que yo sé sino lo que saben muchos. Pero es de elección consentir tu saber.
Aunque estaba irritado algo en sus palabras se sintió pesado. Por un momento dude si responder. Un mal presentimiento se estremeció en mí. Permaneciendo callado asentí con mi inexistente cabeza y respondí.
‒Por favor explícate‒Con las palabras dichas sentí un ligero cambio en la expresión pasiva que siempre mostraba, algo tan sutil que no debería poder diferenciarse, pero aun así lo sentí.
‒Debo suponer que estas al tanto del valor de las leyes que soportan la estabilidad de un dominio, incluso si nunca las has trazados, las visitas constantes en tantas vidas diferentes te deben haber dado un fragmento cognitivo de su entendimiento. Sabiendo esto, debes entender que en favor al dominio las leyes necesitan reparación y administración continua, sin la integralidad de las leyes le es imposible a la deidad mantener su realidad a flote. En este, mi dominio, que fue conocido una vez por las leyes más perfectas y bastas de todas, había un total de veintiséis mundos, que separadas en resoluciones, anexos y artículos se mantenían separados unos de otros. Mi obra era tan grande y conocida que los otros dioses me apodaron como “el artista” y en ocasiones me pedían que les enseñara mi trabajo.
Tal era mi arte que incluso podía interferir directamente en el dominio, de la misma manera que tan acostumbrado estas a hacerlo. En una de estas “intervenciones” en prueba de cosas nuevas, tomé las carnes de una mujer y tuve un hijo, no era la primera vez, en mis muchos años de aburrimiento cumplía con los deseos que solo los dioses podían soñar al entrar en mi propio dominio como me placiese. Viví varias vidas cada una de diferente manera y en diferentes mundos. Pero esa última vez, cuando sostuve a mi hijo en brazos lo pude sentir, un rayo de divinidad parecía envolverle, su núcleo era especial. Estuve un tiempo vigilando su crecimiento y entonces pasó.
Un desastre impredecible sacudió toda mi realidad y mis leyes se empezaron a desboronar como una reacción en cadena. Apresuradamente me suicidé y volví a toda prisa sobre mi verdadero cuerpo. Cuando vi la escena desde este punto de vista me horroricé, todos los mundos en mi dominio estaban colisionando, convergiendo en una sola dirección como un torbellino en medio de una tormenta. En un acto desesperado tupí el flujo del tiempo y me quedé atrapado dentro del dominio. Dedique los últimos eones a corregir los errores que fueron causados por este efecto.
Pero hace poco la idea de la muerte cruzo mi mente y en consecuencia mi luz ahora brilla más fuerte, solo me quedan algunos años antes de que me consuma. Pero unos años es muy poco tiempo por lo que tuve que tomar medidas más grandes.
Ahora mi advertencia de mi para ti. Para que estas medidas tengan una perpetua durabilidad necesito no solo que tu conciencia valla, sino que toda tu existencia resida dentro del mundo como otro habitante.
‒No temes que mi presencia desestabilice tus leyes.
‒Tranquilo, ya hice los preparativos previos. O piensas que alguien de mi nivel tendría un dominio tan pequeño porque me gustan los espacios serrados. También he preparado un contenedor de antemano, me reservare los motivos que se hallan detrás de mí selección.
‒Bien, eso ya es un avance.
‒Me alegra no oír ninguna replica. Más bien, me encuentro sorprendido, no temes por tu vida, de tu existencia.
Su sorpresa es justa, en cuerpo como en alma, si visto las carnes de un mortal en mi totalidad de existencia solo un resultado concreto sería justo tras mi muerte. Mis núcleos se dispersarán y perderé el concepto de la realidad que sostiene mi existencia. Pero a palabras cortas mi respuesta no podría ser otra.
‒Si temo a la muerte, incluso tras conocerla tantas veces, podría seguir llamándome una deidad.
‒Veo que mis advertencias no animan siquiera un poco de tu imprudencia. Que así sea pues, adéntrate en el dominio y prepárate para el viaje. Una gran recompensa te aguarda al terminar tu objetivo. Estate atento a los detalles pues en algunos de ellos encontraras mis mensajes.
Suspirando de alivio al ver que por fin encontramos un final adecuado para esa interminable charla cruce la línea de sus dominios. Con el permiso de su dueño atravesé la membrana con facilidad, de pie en su centro miré a los alrededores y sin duda podía afirmar que nunca me encontré alguna vez con lo mismo. El tamaño y envergadura de las leyes que cubrían cada centímetro de este te confirmaba en más de una ocasión la elección del apodo tan bien elegido.
‒Sin lugar a dudas, es arte‒dije sin bacilar. En instantes una inmensidad de olas de energía se abalanzó sobre mí y me arrastró como una corriente, como era de esperarse me deje llevar y espere ansioso mi nuevo destino.
‒Por cierto, es posible que el sistema te detecte como un error e intente borrarte. Hare lo mejor para resolver esto en menos de algunos días. Esfuérzate, resiste hasta que termine.
‒ ¡Espera! ¡Eso no era parte del trato!
‒ Se me olvido.
‒ ¡Maldito!
Con un debilitado aviento de insultos varios le vi desaparecer de mi vista y pronto vi la luz a mí alrededor abandonar mis ojos. Con la oscuridad cubriéndome poco a poco sentí que mis sentidos cobraban vida con cada circuito nervioso por el que se trasmitía mis energías. Llenándome de la sensación gratificante de un suelo banjo mis pies me tambaleaba un poco, todo no había terminado de conectarse, pero claramente sentí una ligera sensación de dolor en mi espalda, había caído. Poco a poco sonidos empezaron a aparecer como una nube distorsionada de interferencia, era un poco molesto aguantar el ruido, pero pronto se aclaró y pude escuchar pisadas. Escuche personas que en su pregón gritaba algo en algún idioma que no entendía, señoras ablando y hombres en sus bitores conversaban en una esquina. Poco a poco aparecieron las sombras y en ellas la luz que bañaba mis ojos se intensificaba con cada dilatación forzase de mi pupila en busca de adaptación. Con los colores en escena alcé mi vista y el yo que se estaba en el suelo se encontró rodeado de gente.
Un dolor penetrante cruzo mi pecho y un sabor amargo se acumuló en mi boca, cuando los colores difuminados se aclararon me encontraba a unos metros de mi posición. Entidades gritaban al mirarme y aunque no lo comprendía, entendía perfectamente que había sido pateado, no soy alguien querido al parecer. Su forma, aunque algo difusas mantenían el distintivo rasgo de manos alargadas, exuberante cabello cubría sus antebrazos y fijándome bien no llevaba calzado, su apariencia no parecía diferenciarse del resto quienes con miradas de asombro continuaban señalando mi dirección.
Miro mis manos, las cuales aún menudas, lampiñas y difuminadas trasmitían esa sensación efímera de familiaridad. A mí alrededor sobresalía la construcción en madera, solo algunas casas parecían usar cosas como la loza, observo a mi agresor y sus vestimentas son pieles solo apenas curtidas para su uso sin ningún arreglo o animo de exaltación.
Intentando pararme sobre mis pies descubrí la razón de por qué sentí caer anteriormente, un cardenal verde y negro cabría la zona de mi pantorrilla, mi antebrazo opuesto parecía correr la misma suerte. Siento que empecé este juego en modo experto, pero no puedo morir aquí. A usos de mis partes buenas me arrastre lo más lejos que me permitió mi conciencia. Unos segundos después una presión oprimía mi cuello, era el mismo hombre quien con una expresión de tristeza e ira me estrangulaba con lágrimas en sus ojos.
“Esto ya no puede ser peor” ‒Pensé equivocadamente.
Intentando zafar el agarre con todas mis fuerzas me encontré perdido, una sensación que no entendía envolvió mi cuerpo y de una sola oleada una fuerza invisible expulso nuestros cuerpos en direcciones opuestas. Por un momento sentí alivio al ver retroceder la multitud con miedo tallado en su mirada, todos apuntaban mi persona con onomatopeyas de espanto mientras repetían las mismas palabras “Karsir”. Aprovechando el espaviento del tumulto dirigí mis acciones en dirección opuesta. Que tan equivocada estaban mis suposiciones, tan pronto gatee unos metros el piso bajo mis pies se sintió como millones de agujas envenenadas desgarrando mi piel, la brisa del viento se sentía tan afilada como la mejor colección de cuchillos trozando a destajo cada sección del cuerpo en contacto con ellas. La luz del sol quien hasta ahora no di importancia abrasaba mis carnes, e incluso la misma sangre que bombeaba en mi cuerpo se sentía tan caliente como el mismo infierno. Sostuve mi cabeza en ambas manos y aullidos de dolor no parecían suficientes para expresarme correctamente Pronto noté que en mis ojos la vista ya no se difuminaba, pero en vez de eso parpadeaba con interferencia, como un equipo con mala señal.
Entre pausas vi claramente distintos paisajes quienes cada uno peor que el resto maltrataban mi alma en un desgarganté dolor, de repente esto paró y al mirar de reojo alrededor el poblado de madera había desaparecido. A mis alrededores se alzaba majestuoso un bosque con árboles tan grandes que incluso sorprendieron mi vista experimentada. Pero no pude deleitar mi vista, ni siquiera por un segundo.
El dolor que perpetuamente se mantenía arraigado sin ánimos de contentarse siguió consumiendo cada célula de mi cuerpo, solo pude mantener mi cordura ya que bajo el frondoso y profundo mar de árboles tanto el despedazador viento como los crueles rayos del sol se veían altamente debilitado entre la vasta maleza. Aunque eso no quitaba las agujas que continuaban punzando y mi sangre hirviendo.
Con la vista perdida estrujaba los harapos que vestía en intentos inútiles de deshacerme de ellos. En uno de mis giros mis ojos encontraron un lago y con el calor cerrando las compuertas de mi mente gateé con todo lo que pude hasta él. El sentimiento refrescante bañó mi conciencia al roce del preciado líquido y como hipnotizado por la sensación sumergí cada parte de mi cuerpo sin dudarlo. El abundante sentimiento de alivio se adentró en cada vena de mi cuerpo inundándome de un placer indescriptible, el alivio fue tal que las luces en mis ojos fueron apagadas y segundos más tarde mi conciencia ya había caído en un profundo sueño.
Sobreviví al primer día, no está nada mal. Siento que esta nueva vida será algo entretenido de vivir.