Celty Strulson

Celty Strulson

Origen.

Celty.

El fragor de la batalla, el olor de la sangre llenando mis fosas nasales, los gritos de los agonizantes soldados, todo eso conlleva una sola batalla.

Solo quedábamos mis 15 hombres y yo, no recuerdo sus nombres, pero si sus caras borrosas, tampoco puedo recordar a que reino servía y mucho menos al enemigo.

Pero si puedo ver claramente en mi memoria como nos rodeaban oleadas inacabables de enemigos.

Aaguantábamos como podíamos mientras la esperanza de la llegada de los refuerzos inundaba nuestros corazones alejando la desesperación…

Pero no llegaban y esa monstruosa criatura arácnida avanzaba imparable, trayendo consigo la muerte, no éramos suficientes, no para proteger el lugar, igual con unos cuantos hombres más… tal vez… si hubiera habido refuerzos.

Luego vino la oscuridad, en ese momento, pensé “¿Estoy muerta?” No, me desperté entre barrotes, no fue mucho el tiempo pasado en aquella mugrienta celda, pues al tercer día pude volver a ver a mis subordinados supervivientes, solo que… la soga ya estaba aferrada a nuestros cuellos, como la hoja de la guadaña que siega la vida. Bueno, para ser exactos a mí me corto la cabeza, sí, no es una broma.

Esa fue la segunda vez que la oscuridad cubrió mi ser, no sé cuánto tiempo pasé en aquel estado de semi inconsciencia, pero cuando pude abrir lentamente mis parpados de nuevo ya no estaba en el mismo lugar.

No era una celda, ni un campo de batalla, sino una vasta cadena montañosa, mi cuerpo estaba prácticamente desnudo, pero no había nadie alrededor, para cuando pensé en obtener ropa el suelo se levantó y algún tipo de polvo metálico convergió alrededor de mi cuerpo en algún tipo de cruda armadura de varios metales.

Cuando miré hacia abajo, para ver mi cuerpo se me cayó la cabeza, el susto que me dio casi me manda al otro mundo de nuevo… ¡No! ¡No es gracioso! Imagínate que tu cabeza cae frente a ti y tu cuerpo sigue moviéndose igual.

Tardé un buen tiempo en controlar mi cuerpo sin llevar la cabeza encima, pero una vez pude hacerlo, simplemente busque algo que usar de hilo y me la cosí al cuello.

Ufff, sin duda, es mejor tenerla encima de mis hombros, mencionando cosas buenas, al menos ya era libre, sin un cargo ni un lugar que proteger, ciertamente esto podría ser considerado un sueño comparado al cruel campo de batalla.

Pasé mucho tiempo en la montaña, y con ello pude aprender a manejar mi nuevo cuerpo, mis habilidades eran mucho más fuerte que antes, hasta el punto de ser absurdas, las criaturas que antes podrían haberme eliminado fácilmente, ahora huían de mí…

Podía controlar los metales, ese fue el primer poder que aprendí a usar, con el hice mi actual armadura. Sin duda el tiempo que pasé en aquel lugar fue tan largo que incluso hicieron leyendas sobre mí.

«Una mujer que vaga por la montaña, cualquiera que logré verla sera maldito y morirá.»

¡Eso era exagerado! ¡Solo por que acabe con unos cuantos desgraciados que intentaron aprovecharse de mí, no pueden decirme que soy un ser maldito!

Ignorando esto, después de los primeros meses de mi nueva vida, pude darme cuenta cual era mi raza, era un Dullahan…

Para quien no lo sepa, un Dullahan es una especie derivada de las hadas, eran guerreros valientes que cayeron en combate, pero debido a que necesitaban de una enorme cantidad de logros militares, los integrantes de esta raza eran escasos…

Muchos de nosotros ayudamos a los guerreros antes de partir a la batalla con nuestra experiencia… Resulta irónico, nos libramos de la guerra en nuestra muerte, sólo para despertar y seguir anhelando el fragor de una guerra.

Partí de las montañas que me habían servido de hogar por mis primeros años de vida y viaje por el mundo. Contemple grandes batallas, desesperación, codicia, cobardía y en menor medida, valentía. Tampoco fueron pocas las peleas que tuve en esta larga travesía, pero al cabo de las décadas pude entender el que siempre sería igual, la humanidad no cambiaría y por tanto no había punto en seguir este viaje sin sentido.

Volví al lugar donde nací, a donde viví en esos primeros años.

Era aburrido, los primeros años de mi regreso aun había fuertes criaturas que podían plantarme cara, pero con mi mejora en el uso de mis poderes simplemente acabaron pereciendo.

Los bandidos que se hospedaban aquí tampoco podían ofrecerme esa emoción que pedía mi cuerpo.

Hasta que alguien piso mi territorio, por una barrera de sombras que hice podía sentir todo y pude detectar su presencia, pero no podía decirlo con exactitud.

Apreté mis puños suprimiendo la emoción que se extendía en todo mi ser y tome una posición donde pudiese verle, una vez cancelé mi presencia con [Cancelar] sería imposible saber de mi existencia o así debía ser.

+ ¡Oh! Es muy amable por su parte venir a recibirme tan rápido- Dijo él…

¡¿P-pero qué?! Pudo encontrar mi presencia casi al instante… no era alguien común definitivamente…

*Diálogo interno*

–¡Simplemente lucha! ¿Eres una gallina? ¡Si te enfrentas de frente podremos derrotarle!

–¿¡Estás loca!? Ni siquiera puedo leer algo de él… ¿Cómo voy a tirarme sin saber nada de él?

–¡Qué más da! ¿No eres una integrante de los Dullanhan, una raza de ávidos guerreros que encaran el peligro de frente y que no pierden la cabeza en ninguna situación?

–Buen punto… supongo que sólo se puede hacer eso.

Sin discutir conmigo misma más, una habito que había desarrollado debido a la soledad estos años… Salté con mi alabarda en mano, mis pies chocaron con el suelo agrietándolo y tomé una postura defensiva.

-Es mi territorio, vete, sino lo consideraré como un duelo y te enfrentaré.

+Oye, solo vine aquí a hablar, no ha luchar- esa fue su respuesta, sin embargo, ¡ya había hablado y no me echaría para atrás!

De una patada mi cuerpo se volvió una bala, directo a por el desconocido, antes de que la punta de mi alabarda pudiera rozarle, él ya se había hecho a un lado, sin perder el impulso, clave mis pies en suelo y redirigí el golpe con la parte de hacha hacia su pecho, el piso retumbó por la fuerza, pero una enorme espada aun enfundada se paró delante de mi golpe.

Ambas armas chocaron, pero él permanecía allí, firme, su figura no me parecía humana, sino una gigantesca montaña que se jactaba de su resistencia.

No eche atrás mi arma, sino que la descompuse en un polvo metálico que vibraba a alta velocidad, este, sin poder ser bloqueado por la inamovible espada, continuó pasándola y buscando cortar a su usuario, pero de nuevo fue evitado, agarrando la punta de su enorme espadón dio un salto a la vez que arrancaba la dura roca, mi «látigo» siguió de frente partiendo en dos una enorme roca.

Con un movimiento rápido de mis pies evité la potente corriente de viento que venía por detrás de mí, era el movimiento de su arma… ¿Qué tan fuerte era? Que con solo agitar ese espadón podía causar pequeños huracanes cortantes.

El polvo volvió a converger en mi alabarda y miré con seriedad a mi adversario, este fue su primer ataque, pero había demostrado tener las cualidades para que lo traté con toda mi fuerza.

Mi ya de por sí oscura alabarda, fue cubierta en un negro absoluto sin brillo, agité mi arma y una línea sombría se extendió, el también golpeo, ambos ataques se encontraron, su poderoso corte pudo crear un camino en el mío, mientras que el resto de la montaña fue cortada por la sombra.

Las rocas llovieron sobre nosotros, pero en cierto modo sabía que pasaría y ya tenía previsto un plan B en caso de no poder terminarlo ahora, el metal de todas esas rocas, cada partícula metálica estaba en frente de mí, un cuarto de ellos formaron un escudo que trituro las rocas antes de tocarme y el resto se transformó en un enorme y afilado proyectil, lo disparé contra ese misterioso hombre, nadas más salió pude escuchar una explosión sónica, luego hizo contacto, aunque él estuviese esquivando hábilmente las piedras, pudo ver perfectamente mi disparo y por primera vez desenfundo su espadón, el filo del arma choco con la punta de la «flecha» y con ello el mundo retumbó, su cuerpo no pudo quedarse parado esta vez, por lo que fue arrastrado varios metros antes de que pudiera parar completamente mi ataque.

Pero de nuevo, no hubo heridas… justo en ese momento, empecéé a invocar a guerreros sombríos, se apilaban por cientos delante de mí, pero antes de que pudiera ordenarles, el último pedazo de montaña cayo sumiendo todo en una nube de polvo.

El escudo que me protegía se volvió un abanico gigante y con el soplé todo, dejando de nuevo a la vista a mi enemigo parado encima de esa montaña de escombros que era el pico de la montaña, había una sonrisa en su rostro, pero por alguna razón me daba mala espina mirarle, pero no podía detenerme, grité a mis guerreros que cargaran, pero justo en ese momento su figura no estaba arriba, si no detrás de una de las sombras, su mano toco el cuerpo de esta y desapareció.

Esto continuó por varios segundos, mi ejército se desmoronaba ante el poder supremo que exhibía con máxima maestría. No podía hacer nada más que cargar de frente yo también, mi abanico se juntó con la alabarda dando lugar a una mucho más grande y por tanto poderosa.

Los intercambios de ataques a cada segundo se hacían más fieros, cada golpe que bloqueaba hacía a mis huesos temblar y mis músculos quedar entumecidos, pero él seguía igual, pasaron rápidamente 10 minutos, las heridas sobre mi cuerpo eran varias, ninguna era seria, pero esto mostraba quien llevaba la ventaja.

Salté hacia atrás mientras cancelaba su movimiento, era demasiado fuerte, la sangre salió de mi boca, pero logre detenerle un simple segundo, con ello las sombras le envolvieron en una esfera que comenzó a comprimirse y a su vez, varias lanzas de metal continuaron perforando dejando la bola como un erizo de mar, pero aun así, no había terminado, volví a usar [cancelar] para terminar con la existencia de ese «erizo negro».

Una vez lo hice, jadee, estaba agotada y mis fuerzas apenas daban para más, pero no pude evitar seguir mirando donde antes estuvo la primera persona que podría haberme derrotado.

Pero entonces el aire se agrieto, el espacio exploto en fragmentos y su figura salió del agujero que se cerró rápidamente, apenas había rasguños en su armadura… ¿Era una broma…?

Ya no tenía apenas energía como para mantener una lucha media con él sin usar habilidades, como iba a derrotarlo. Habia perdido, definitivamente, nunca fui rival para él.

-¿está bien, me rindo, que quieres de mí?

+quiero que me ayudes en algo.

-¿? Yo solo sé hacer una cosa, luchar, y tú me has vencido ¿por qué querrías alguien más débil que tú?

+yo sé lo que debo hacer, tu solo debes seguirme, te prometo que no sea aburrido.

-¡!… ya veo, entonces te seguiré.

Escritores: Celty y Shiku

Editor: Lalo

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