Punto de vista de Hel
Entre la cantidad de personas asquerosas y vulgares, Marcus fue el peor con creces.
Un verdadero cáncer, su estúpida pomposidad era dolorosa a los oídos, su cuerpo intentaba imitar los modales de un noble y caballero, su boca hablaba con fluidez todo tipo de palabras acentuantes a sus en teoría, perfectas cualidades como hombre y rey, por último sus ojos… Ojos que mostraban la lujuria y la malicia, no solo a la pequeña emperatriz, incluso a cualquier sirvienta que estaba en el salón del trono.
Nunca pensé que una persona pudiese acabar con mi paciencia, incluso antes de hablar directamente con ella, pero así fue, durante una interminable media hora, Marcus, remarco lo grande de su reino, una ciudad formada por dos islas flotantes. La agilidad de sus soldados, además de lo indispensable que era para el comercio, debido a unas malditas bestias que ha conseguido domar.
Durante media hora, pude notar como su mirada siempre se desviaba hacia los senos, traseros o muslos, de cualquier ente femenino.
Incluso maldije mi alta agilidad, por la cual mis ojos eran capaces de detectar cada singularidad, como una pequeña protuberancia, relativamente bien oculta, entre sus piernas, solo dando una pequeña duna en la tela.
No entendía el porqué la pequeña emperatriz aun le mostraba una sonrisa y se mantenía calmada, si fuese yo quien estuviese en su situación… Digamos que Demora tendría un poco de pollo para comer.
Solo cuando este se fue del salón, pude dejar un fuerte suspiro, el cual la pequeña emperatriz al escucharme comenzó a reírse abiertamente.
– No entiendo como aguantas a semejante escoria, no hace falta que me pagues nada, déjame matarlo, aunque después el reviva, pero necesito hacerlo – Aunque algo en broma, se podía notar la pequeña sed de sangre que estaban mis palabras.
Ella mientras reía negaba con la cabeza.
– No podemos hacerlo, aunque realmente disfrutaría viéndole morir, su reino es la gran puerta trasera para atacarme, el controla los cielos en este territorio y encima tiene una bestia la cual es perfecta, para las tareas logísticas, como para el transporte de unidades. Si el número de mantas no ha crecido de la última vez, aunque lo dudo, el debería tener más de 100 ejemplares.
Si él llega a aliarse con cualquier enemigo, podría traerlo su ejército a nuestras puertas en tiempo récord, además de sortear el bosque, el cual es una de nuestras defensas naturales más poderosas, para evitar las tropas terrestres –
Podía notar la impotencia en su voz, solo negué con la cabeza de la misma forma que ella antes y ponerme a imaginar a Marcus siendo lanzado al abismo.
– Señor Hel, ahora que la reunión con Marcus ha terminado, es el momento de ir a la sala de guerra, allí estará Leva, junto a un par de nobles de confianza – Yo asentí y comencé a seguirla hacia esa sala de guerra por los innumerables pasillos del castillo.
Al cabo de un par de minutos, llegamos a unas grandes puertas, en la entrada de esta, otro par de guardias bien equipados.
Al vernos, no dudaron en abrir la puerta y dar una reverencia hacia su señora.
La sala era amplia, igual que el salón del trono, no tenía ventanas, estaba bien protegido en el núcleo del castillo, siendo una zona segura.
La sala estaba bien amueblada con decenas de armarios con cajones, se podía ver en la pared varias «decoraciones» de armas, estas armas, estaban bien colocadas y gracias a mi ojo pude notar, que recientemente fueron afiladas y puestas a punto, lo mismo para los escudos expuestos.
En las paredes también fueron adornados con mapas, alguno mejor dibujados que otros, pero todos de diferentes territorios, en el centro de la sala una gran mesa rectángulas, sobre ella un mapa realmente grande, en el pude identificar la ciudad y el bosque, realmente se parecía al que Lint estaba formando, algo que realmente me sorprendió de lo útil que era para explorar y cartografiar la zona el solo, tengo que darle un premio, al igual que a Saun.
Sobre la mesa, decenas de piezas de madera tallada, todas bien colocadas, los grupos de piezas iguales siempre tenían un espacio vacío entre los grupos diferentes, para hacer más fácil seleccionar aquella pieza que realmente necesitas.
En la sala estaba Leva, serio mientras revisaba el mapa, a su lado el líder Bull, este fruncía el ceño profundamente. Por último dos especies más.
Un humanoide grande, no tan grande como el Bull, pero sacándome más de 3 cabezas de altura, seis patas artrópodas salían de su torso, mientras que su pecho desnudo estaba formado de placas quitinosas y con púas, su cara era literalmente, la de un insecto, más bien, era la mezcla de un hombre con un cangrejo, con ciertas diferencias, aunque todo su cuerpo estaba provisto de exoesqueleto, él no tenía pinzas, si no, dedos y manos.
Lo más extraño de este ser, era la imposibilidad de saber qué es lo que piensa por sus expresiones, ya que no podía cambiarlas, era la cara de un maldito cangrejo.
Al lado de este, una mujer, esta era una mujer pájaro, pero al contrario de Marcus, ella tenía una apariencia más humana, su cara era literalmente humana, ha excepción de unas plumas en la zona de los pómulos y más allá de las orejas, sus plumas se extendían por sus brazos, cuello y espalda, lo mismo para las piernas, estas acabadas en unas garras afiladas.
Sus plumas eran de un blanco puro, exceptuando unas pocas manchas de tonos marrones.
Ambos vestían ropas de cuero, ella con ropa con pelaje y el con ropa fina y dejando su torso al descubierto.
Al mirar a la pequeña emperatriz, se postraron ligeramente.
Después sus miradas terminaron en mí, podía ver curiosidad en sus ojos, exceptuando al cangrejo, en su caso no tenía ni la más remota idea de lo que pensaba.
Leva en cambio, tenía una mirada molesta, pero no poseía la misma hostilidad como el primer día.
– Buenas a todos, déjame hacer las presentaciones, señor Hel, ellos son el líder de las fuerzas acuáticas, el inmortal Kraus y la líder de las fuerzas aéreas como del servicio de inteligencia, la inmortal Olivia, también está el líder de las fuerzas terrestres el nativo Tambor, por último ya conoces a Leva, él es el líder de las fuerzas reales y el general al cargo – Yo simplemente asentí.
Luego busqué una silla más alejada y me senté ante la atenta mirada de todos.
Al ver que me seguían mirando, no pude aguantar más y respondí.
– Mi trabajo es protegerla, estamos en una sala segura, con sus más allegados, no tengo la necesidad de estar a su espalda de pie, además, en el peor de los casos os podría matar a todos en menos de 2 segundos, aún estoy manteniendo su seguridad, así que no hay nada de qué preocuparse – Sus ojos se abrieron, ya sea por la amenaza o por mi descaro, pero ninguno dijo nada, aunque pude notar el divertido corazón de Leva acelerándose.
Con una sonrisa en la cara, está totalmente oculta, me senté en la silla y cerré los ojos, si supiesen que tenía la intención de dormir delante de ellos, seguro que Leva estallaría de la ira.