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Sexto día de la Tercera Luna, Año 300513 después del Rubí.

Capítulo 10 – Colores

Karbogh retiro la palma del pecho de su madre, cuya respiración ya se había cortado. Había calculado la intensidad de su golpe de palma para darle toda la misericordia que podía en ese momento, una muerte instantánea.

No derramo lágrimas, no sollozo, no se lamentó. Este era su nuevo camino, para cumplir el objetivo final de la Rosa no había sacrificio suficiente, no había precio tan alto…

El no dudaba de las palabras de su padre, ni de las enseñanzas de sus maestros, sin lugar a dudas la Confederación debía cumplir su propósito.  Por esto necesitaban una fuerte base en el continente.

El lugar más apropiado para sus futuros planes era la “Fortaleza de Piedra Roja”, pero los Ordfemer ya se habían asentado allí, por lo que no tuvieron más remedio que tomar una decisión. Les enviaron un mensajero con una carta.

Karbogh fue el mensajero y si la carta tenia resultado su madre, antes de que las tropas de la Confederación llegaran, debía hacer ondear una bandera roja en lo alto de la Fortaleza.

Pero no lo hizo… aun después de que él le diera la “Señal” que habían compartido durante sus primeros años. Decidió no unirse y mostrar un supuesto “Poderío”. Al final Karbogh no tuvo más remedio que liquidarla, sospechaba que terminaría de esta forma, después de todo su madre era demasiado testaruda, aun así no sintió pena por ella, su lugar en el mundo estaba en el camino de la Confederación, así que solo tenía dos opciones… e hizo su elección.

Tomo el hacha que su madre portaba y la coloco encima del improvisado trono que solía ocupar, como un símbolo de un líder caído.

El resto de ancianos que aún se mantenían con vida lo miraban con una mezcla de desprecio, miedo e ira. Esas miradas no le servirían a la Confederación. Por tanto debemos quitárselas.

Fue lo que pensó…

“No necesitan ojos donde les llevaremos, Paladines saben que hacer”

Los 5 jóvenes que se habían marchado con él hace 11 años ahora eran parte del ejército de su padre y temporalmente estaban bajo su mando. Una vez que volvieran a la Confederación ellos no serían más que soldados igual que él. Allí no importaba hijo de quien fueras, ni que larga era la línea de tu familia, solo importaba tu desempeño en el trabajo.

Mientras quitaba los pesados troncos, que no pesaban nada en sus brazos, podía oír los gritos de desesperación de los ancianos. Debían llevar prisioneros pero eso no significaba que estos tenían algún tipo de suerte.

Serian interrogados. Una vez que se juzgue que no tenían más información útil serían entregados a los “Investigadores” del décimo tercer legado para saber más sobre las debilidades de sus cuerpos y hacer experimentos con respecto a las enfermedades, a los “Domadores” para convertirse en sacos de boxeo de las bestias o incluso su comida. Si eran entregados al ejército se convertirían o en sacos de boxeo o material de nigromancia.

Pero sin duda si eran entregados a su padre, el Primer Legado, su destino era el peor que podían imaginar.

Como Primer Legado así como Primer Herrero, su padre tenía muchas responsabilidades, entre las cuales estaban las Minas de “Ebannium” ubicadas cerca de la capital, para ello su padre hacia uso de cientos de prisioneros de guerra. Después de todo, mientras no fueran BloodRosianos, a nadie le importaba que les sucediera.

Sin embargo eso no era lo peor que podía hacerles. Hero había logrado unir a la capital numerosas tribus y comunidades, muchas de ellas, sin embargo, tenían la costumbre de comer humanos.

Los prisioneros que ya no servían para el trabajo eran… aprovechados de la mejor manera. Gracias a las mejoras en las runas curativas proporcionadas por el Décimo tercer Legado, podían tranquilamente cortar las extremidades a una persona y hacer que estas vuelvan a crecer.

A menos que la criatura ya hubiera acabado su último aliento de vida podrían dejarla como si nunca le hubieran dañado en principio, incluso si ya se hubiera muerto aún podrían revivirla mientras pudieran contener su alma y mantener el cuerpo bien conservado.

Mientras reflexionaba sobre su padre y el rol que este jugaba en la Confederación, sus hermanos menores entraron mientras llevaban varios Orcos y Goblins prisioneros, por otro lado los soldados que les seguían casi no tenían heridas o marcas en sus equipos.

“Hermano mayor” su joven hermanita se paró enfrente de él y se inclinó levemente y sonrió. Ella era la favorita de su padre y con razón, aunque él los amaba a todos su hermana había nacido con varios problemas y es la que más cerca estuvo de la muerte, esto provocó un gran apego hacia ella y favoritismo. A su lado veía a su otro hermano menor Dorian, un Hombre-Dragón, era bastante simpático pero no se llevaban realmente bien, era una especie de competencia por ver quién era más fuerte entre ellos.

“Hermano mayor… lamento ver esta escena”

Dijo con ojos lastimosos mientras veía a su madre muerta en el suelo, no notaba que su alma hubiera sido contenida, su cuerpo no tenía marcas visibles por lo que era posible revivirla, rápidamente extendió su brazo derecho y varias marcas comenzaron a crearse rápidamente en el aire. Aun habiendo tenido entrenamiento rúnico, seguía siendo un novato por lo que solo pudo notar tres de las 17.

Luz

Aire

Barrera

Solo esas tres, de las cuales dos, Luz y Aire, eran Runas simples del tipo 1, mientras que Barrera, era una formación rúnica básica del tipo 4 pero que se utilizaba como Runa simple.

Según el sentido común, si él era el que salvase a su madre seria visto como débil o incapaz, ya que pondría su propio interés como prioridad en lugar de las necesidades de la Confederación, por lo tanto tuvo que tragarse sus palabras y esperar que al menos uno de sus hermanos pudiera salvar a su madre.

El hecho de que su hermana no lo hiciera no le molesto, la conocía y sabía que si ella tuviera la capacidad de salvarla lo haría, pero aun no había alcanzado el nivel de Comprensión para utilizar algunas de las Runas que eran clave en el Hechizo “Caparazón de Almas”.

El, Karbogh, se quedó callado mientras veía el cadáver de su madre siendo tratado y cuidado por su hermano menor.

 

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Luego de algunas horas el cadáver había sido correctamente tratado con runas y equipamiento mágico que impidió el deterioro del cadáver, además para asegurar que este no contraería ningún tipo de virus o enfermedad en el camino le encerraron en un ataúd hecho de hielo y mana puro. Karbogh hecho un último vistazo al ataúd cristalino mientras daba una dura mirada, pero en lo profundo de sus ojos se veía algo de dolor, luego de unos minutos salió del cuarto y se dirigió a la sala principal donde sus dos hermanos menores le esperaban. Debían determinar cómo continuar con la misión ya que el objetivo principal había sido completado satisfactoriamente.

Cuando estaba entrando a la sala principal sus dos hermanos se acercaron y le sonrieron.

“Hermano!!…

Sabes…

Eliminar a los ancianos fue muy efectivo, estos Ordfemer tienen una gran inclinación a seguir a los fuertes, así que mientras tú estabas con tu madre terminamos el reclamos de estas tierras”

Una ligera sorpresa pudo verse en el fondo de sus ojos, sinceramente creía que se resistirían más aun con sus líderes derrotados, después de todo fueron responsables de la caída de los elfos del Imperio Reblan hace 70 años.

Pero cuando estuvo a punto de decir algo, un escalofrió recorrió su espalda…

Instantáneamente una sombra negra apareció de repente en el centro del salón. Pero contrario a lo que uno esperaría los soldados cercanos no solo no se alarmaron, sino que pusieron su brazo izquierdo  sobre su pecho y se inclinaron ligeramente hacia adelante. Al igual que sus soldados colocaron su mano izquierda en su pecho y se inclinaron, pero ellos ligeramente más. No es para menos, solo viendo su equipamiento uno podía discernir que no se trataba de alguien común.

Cabello azulado hacia arriba, rostro que parecía estar enfadado con el mundo, una mirada penetrante de ojos negros. Llevaba una camisa de algodón tratado y encima de él, un chaleco de cuero tachonado, sobre ello una cota de malla color violáceo. Para rematar un conjunto de zapatos de Ebannium, pantalones de cuero de dragón verdadero (por la tonalidad de su brillo) y un gran chaquetón de cuero de dragón verdadero.

Sus armas tampoco eran normales, un espadón que era más ancho que sus dos brazos, un estilete y una ballesta ligera.

Pero lo más llamativo y, la razón por la cual los tres hermanos le rindieron respeto, era la insignia que llevaba en su hombro derecho.

Un ojo con tres marcas parecidas a una V debajo de él.

La máxima autoridad que únicamente estaba por debajo de los Legados, era un Vigilante.

El hombre alto únicamente miro a Karbogh y le dijo con una voz plana y sin emoción alguna.

“La confederación te revoca del cumplimiento de esta misión en curso… Actualmente se solicita tu presencia en la sala del consejo para informarte de tu próximo encargo…”

Miro una vez más a Karbogh, pero esta vez directamente a los ojos.

“Tienes 3 días para llegar a la Sala del Consejo”

Casi como si nada más importara inclino levemente la cabeza y desapareció sin dejar rastro.

“Hermanos”

Sin perder tiempo había tomado lo único que necesitaría para llegar a tiempo, su espada.

“Si enviaron a un Vigilante como mensajero sin duda es algo grande, me despido, por favor cuiden a  mi madre”

Ambos asintieron al escuchar sus palabras.

“No te preocupes Hermano mayor, aunque parecía serio él siempre es así, seguramente es una misión importante, pero si fuera urgente te habría llevado con el”

Asintió ante el comentario de su hermano, pero antes de darse la vuelta y comenzar a correr a su montura declaro.

“Tal vez tengas razón, pero no me gustaría hacer enojar a un Vigilante y mucho menos a este Vigilante, después de todo primo Maido siempre tuvo mal genio.

….

….

….

….

Unos pocos minutos después Karbogh reflexiono mientras cabalgaba sobre el Draco…

Ciertamente si fuera algo tan urgente lo habría llevado consigo mismo…

Pero aun así…

El simple hecho de que envíen a un Vigilante, de los 20 que hay solo para enviar un mensaje es preocupante en sí, después de todo estas elites debían ser entrenadas durante mucho tiempo y únicamente si todos los 37 Legados les aprueban ellos ganarían el derecho de portar la Insignia del Vigilante…

Aún quedaba una duda en su corazón…

Que podría ser tan grave que justifique el envió de un Vigilante, pero no lo suficiente como para que lo convoquen de inmediato….