Las Locuras de Excalibur
El Origen de un Imperio
Durante mucho tiempo, iba y venía.
Conquistaba aquellos lugares a los que entraba… por simple diversión… una forma de matar el tiempo… una forma de llenar el vacío… pero siempre sentía que faltaba algo, que los lugares que conquistaba carecían de ese “algo”.
Los lugares que “conquistaba” son llamados comúnmente mazmorras o laberintos, pero la verdad son simples castillos erigidos por poderosos seres que creaban monstruos y tesoros para atraer a sus víctimas
¿Qué ganaban?
No lo sabía en aquel tiempo y no me importaba, simplemente deseaba llegar al final de aquel laberinto, completar aquella mazmorra, despedazar a los monstruos más fuertes.
Recuerdo con gran animo el primer castillo que “limpié”.
Un día soleado y muy despejado, las grandes llanuras parecían tan pacificas que invitaban a aquellos que las veían dormir bajo algún árbol o sobre alguna colina, el viento refrescaba a las personas que pasaban por los caminos y las aves cantaban felizmente. Si uno fuera más observador o tuviera la experiencia que se requería, evitaría estos lugares, este es un mundo lleno de monstruos y peligros, había que ser muy fuerte o muy estúpido para ir caminando por ahí solitariamente.
En este caso, yo era un poco de ambos.
Había viajado desde mi país natal hacia el oeste, sin motivación alguna, simplemente dejé que el viento me llevara.
Después de un largo viaje, atravesé valles, bosques y montañas, hasta que llegué a esta gran llanura, sin agua o comida, la muerte me perseguía… pero no dejaría que algo así acabara conmigo, simplemente seguí caminando.
A medio camino, me encontré con un castillo negro.
Por ningún lugar podía ver a ningún ser vivo… o muerto, las paredes negras de roca solida daban la impresión de ser impenetrables, no podía ver ninguna bandera en sus grandes torres.
¿De dónde salió este castillo?
Pensándolo mejor, hasta que estaba muy cerca, no pude verlo.
¿Magia?
En mi antiguo hogar, había leyendas de lugares llenos de monstruosos peligros e invaluables recompensas, acaso, ¿este castillo es uno de esos lugares?
Sin pensarlo mucho, me adentré en este enorme castillo, al acercarme a las puertas, estas se abrieron y me dejaron entrar.
Luego de eso, me enfrenté a mi primer oponente, un Goblin verde con un garrote.
Yo estaba desarmado, pero no me contuve y esperé por la mejor oportunidad… luego de varios minutos, lo aplasté fácilmente, le quité su garrote y avancé por los jardines del castillo negro.
Lobos, Goblins, Hobgoblins, arañas gigantes, serpientes gigantes, lentamente avancé por el castillo, acabando con cada enemigo que se ponía en mi camino.
Mi corazón latía con fuerza, la adrenalina no me dejaba sentir la fatiga, cada habitación, cada salón, cada piso, cada monstruo, lo quería todo, quería verlo, sentirlo, disfrutarlo.
¿Avaricia o codicia? Simplemente quería llenar un vacío en mi pecho.
Y encontré mi primer cofre, en un salón enorme, el cofre estaba en medio, no hay que ser muy listo para darse cuenta, es una trampa.
Cuando abrí el cofre, me esperaba una espada, arrojé el desgastado garrote y me apoderé del arma, una simple espada de hierro, recta y con una hoja de sesenta centímetros.
Mi primera recompensa.
Justo cuando ese inocente pensamiento cruzó por mi cabeza, salté a un lado, justo para ver cómo un rayo de luz destrozaba el lugar donde acababa de estar, el rayo de luz vertical con un diámetro de dos metros destruyó el techo, el piso y el cofre.
Levanté la mirada y me preparé para luchar contra… una espadachín, una mujer cubierta en una armadura de metal blanquecino.
La mujer no dijo una palabra, simplemente se abalanzó contra mí… en ese momento, sentí miedo, el frío sudor corrió por mi espalda, esta mujer, estaba en un nivel completamente diferente a los monstruos de antes.
Ella corrió hacía mí, a menos de dos metros, saltó hacia adelante y lanzó una estocada hacia mi cuerpo, esquivé por reflejo, y la gran fortuna me sonrió, ya que, desde la punta de la espada salió disparado un rayo de luz que atravesó el muro que estaba detrás de mí, asombrado retrocedí saltando, respiré profundamente mientras le calvaba mis ojos encima, ella notó mi convicción, sus pasos se volvieron cuidadosos, caminaba lateralmente sin mover ni su espada ni sus ojos de mí.
Con la tensión de la batalla, no me di cuenta que estaba haciendo lo mismo, girando en medio de la gran sala, sin apartar la vista ni un momento, nuestras espadas apuntándonos el uno al otro, su cuerpo se movía sin exceso, su respiración era fluida y su espada, firme como las rocas de este castillo.
Su postura cambió.
Sus botas se iluminaron y desapareció de mi vista.
Estaba tan concentrado en ella, que semejante acción inesperada me tomó por sorpresa, de inmediato salté hacia un lado, justo para verla aparecer sobre el lugar donde estaba y clavar su espada en el suelo, el cual explotó en una corriente de luz que me lanzó aún más lejos.
El impulso de la explosión hizo que me golpeara contra uno de los muros, el impacto fue fuerte, noté cómo pequeños pedazos de roca caían sobre mis hombros.
Esto es injusto, esta mujer posee equipo mágico… yo simplemente una espada común y unas ropas de campesino.
Me levanté con quejas en mi mente, pero… esta mujer se mantuvo ahí, con su postura de combate lista para actuar, pero no lo hacía, esperaba ¿me está esperando? ¿acaso sigue algún código de caballería?
-Impresionante -Dije al verla- bien, cómo quieras, hagamos de esto un combate honorable.
En un combate real, no se puede dudar, no se puede temer, la diferencia de equipo es una simple excusa que no merece atención.
Salté hacia adelante, sabiendo que esa armadura también debe ser mágica y que probablemente rechace completamente mi espada.
Pero no me importó.
Mi ataque era simple, una estocada, igual a la que ella hizo contra mí al inicio del combate.
No esquivó, con un movimiento simple, desvió hacia arriba mi espada con la suya, luego cambió la dirección de su espada hacía abajo, contra mi cabeza desnuda.
Pero mi espada también estaba arriba.
Usando todo mi poder físico, moví mi espada tan cerca de la suya cómo pude.
Chispas volaron.
Nuestras espadas chocaron y chirriaron, no hubo magia activándose, ¿acaso solo puede activarla si atacar?
Mantuvimos nuestras espadas en esa postura, nuestros puños se unieron, pero… solo yo me movía.
…
Descubrí la debilidad de mi oponente.*
(Celty: iba poner una sonrisa maquiavélica aquí, pero va en contra del emoji de angel que siempre pone el jefe)
(PD: por si andan perdidos anteriormente subimos las historias de algunos integrantes, por supuesto el jefe no se quedaria atras)
Escritor y Editor: BryanSsc